Por: María Victoria Peralta, Facultad de Educación, Universidad Central
Noviembre fue un mes importante en educación parvularia. El 22 fue el día de la Educación Parvularia y del Educador de Párvulos, como conmemoración de la fecha en que se fundó la primera escuela de estos profesionales a nivel universitario en 1944.
El establecimiento de este día creado en 1991, busca sensibilizar a la sociedad chilena sobre la importancia en una etapa tan compleja y delicada como son los primeros seis años de vida, y el aporte que significa para el país, favorecer profesionalmente un mejor desarrollo humano en sus nuevas generaciones. Junto con ello, se ha cumplido en este mes, un año de la creación de la subsecretaría de Educación Parvularia, hecho importante que ha relevado la subsecretaria, María Isabel Díaz.
Frente a estos aniversarios, es válido hacer un pequeño balance sobre los avances en este campo. Chile tiene 152 años de existencia de educación parvularia, ya que en 1864 funcionó la primera Escuela de Párvulos pública en Santiago.
Desde esa fecha se ha desarrollado con altibajos, creciendo en ciertos períodos histórico-políticos y retrocediendo en otros, en especial, cuando el país experimentaba urgencias económicas. Ello implicaba que era habitualmente uno de los primeros ítems presupuestarios que se cortaba.
Hoy los tiempos han cambiado, hay políticas, presupuestos importantes y estables, junto con una amplia institucionalidad, todo lo cual son -sin duda- avances relevantes, y que se expresa entre otros, en una atención estimada de un 60 % de la población infantil menor de seis años. Este promedio para América Latina es bueno, si excluimos a Cuba que atiende casi el 100 % de los niños y niñas.
Sin embargo, hay temas pendientes que abordar. Preocupa aún el ratio existente de adultos-niños en especial en el nivel de transición mayor, la gran cantidad de horas presenciales de los Educadores de párvulos frente a los niños, lo que se denomina ‘horas no-lectivas’ necesarias para planificar, estudiar, etc.; ello tiene además consecuencias en cuanto a enfermedades laborales.
También la llamada ‘sobreescolarización’ que va unida a la pérdida de las características esenciales del trabajo en este nivel, es una práctica en muchos establecimientos, afectando el desarrollo de una educación parvularia centrada en el bienestar y en aprendizajes relevantes y significativos para los niños y niñas.
Es verdad que algunos de estos problemas se van a solucionar con la incorporación de los Educadores de Párvulos a la carrera docente y con otras medidas que se están trabajando, pero se hace necesario «apurar el tranco», ya que siguen entrando y saliendo párvulos de los establecimientos, sin que experimenten estos necesarios cambios.
Sin embargo, el problema mayor está aún en la concepción limitada de la sociedad e incluso de ‘tomadores de decisión’ del sentido y complejidad de este nivel, y ello, hace que aunque todos señalan que es prioritario, los recursos y esfuerzos normativos no van a la par de estos requerimientos.
Los proyectos educativos interesantes en lo público y en lo privado, que reflejan la pedagogía avanzada en esta área, no se valora, se va a lo tradicional, que no siempre es lo mejor. Por tanto, la mejor forma para que este mes se constituya efectivamente como una celebración, sería que la sociedad, las familias, los medios de comunicación, los que toman decisiones, profundicen más sobre el tema, sería un buen regalo para sus hijos y las profesionales que los atienden, los Educadores de Párvulos de Chile con sus equipos de trabajo.