MARANA-THA:”VEN, SEÑOR”

MARANA-THA:”VEN, SEÑOR”

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Por: Hno. Ángel Gutiérrez Gonzalo

Contemplando el tercer milenio, el vidente descubrió una señal luminosa en los cielos. Un ícono celeste iluminó súbitamente su rostro.

Ante la visión del Señor quedó mudo de estupor. Una voz le ordenó: “Descubre tu frente”. De repente, sintió la dolorosa señal del fuego que acrisola. Era una marca al rojo vivo con caracteres indelebles: “MARANATHA”.

El vidente siguió contemplando la visión nocturna, pero poco a poco, la señal luminosa fue desapareciendo. Los ojos del creyente quedaron en tinieblas y su mente en el desconcierto. El silencio inundó su alma. Admirado cada vez más, trató de meditar y comprender el significado de esta visión y de calar en el mensaje que el Altísimo quería comunicarle.

Vio el mundo en pecado, plagado de odios y guerras; las rencillas y envidias entre hermanos, la falta de alegría, la hipocresía y los intereses creados; desesperación, egoísmo, injusticia y falta de paciencia en las pruebas.

Y la voz del silencio le fue hablando. “El Señor viene, velen fielmente como vírgenes prudentes. El Señor está cerca: Búscalo dentro de ti, en tu corazón puedes encontrarle. El Señor camina a tu lado, está en el necesitado; el Señor te está hablando”.

Apresura su llegada y repite confiado: Ven, Señor Jesús. Espera con calma, pero dile que apure su paso. Aguárdale en la oración, pero ayúdale a que se te acerque sirviendo a otros con tus manos.

Prepárale el camino y reconcíliate con Él, contigo mismo y con tus hermanos. Pregúntale aún sin verle, ¿quién eres Tú? ¿Eres Jesús, el Cristo, el Mesías? Y al mismo tiempo estudia su persona, trata de conocerle antes de que llegue.

Así, a su llegada, podrás conocerle. Conviértete a Él y ábrele de par en par tu corazón. Él te cambiará por dentro y cambiará los males de tu alma, sanará las heridas de tu familia, cambiará las estructuras injustas o mediocres de tu medio ambiente, de tu colegio, de tu patria, de tu mundo… Él es el príncipe de la paz y su paso resuena ya detrás de las montañas. Está cerca la alborada y al amanecer podrás verle radiante sobre los montes, anunciando para todos la paz y la libertad.

El vidente, tranquilo ya con este mensaje de paz, quedó adormecido con la lámpara de su alma encendida, esperando la madrugada y musitando de sus labios tenuemente: “Ven, Señor” (Maranatha). Y el suave murmullo de la brisa matinal, en eco balbuciente, le responde: “El Señor viene ya” (Marán athá).

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