MARCELINO CHAMPAGNAT “HOMBRE APASIONADO POR EL TRABAJO”

MARCELINO CHAMPAGNAT “HOMBRE APASIONADO POR EL TRABAJO”

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Hno. Angel Gutiérrez Gonzalo

Por: Hno. Angel Gutiérrez Gonzalo

Hoy, estimados lectores, deseo presentarles a un hombre “apasionado por el trabajo”, modelo de los educadores maristas y de todo trabajador. Su nombre: Marcelino Champagnat Chirat. Hijo de familia acomodada, nace y crece en un ambiente en el que el trabajo es un gran valor. Podemos afirmar que Marcelino, por educación familiar y por disposición natural, fue un trabajador infatigable. Desde temprana edad supo lo que era trabajar desarrollando en su casa diversas actividades laborales.

Marcelino era hombre de trabajo, enemigo de los perezosos. Gracias al trabajo encarnizado construyó, lleno de confianza en Dios, su casa y su familia religiosa, la Congregación de los Hermanos Maristas.

Son muchas las obras que atestiguan el amor al trabajo de nuestro Santo Fundador. Quería que sus hermanos destacaran por esta cualidad y odiaba la ociosidad. Puso como condición para ser admitido un candidato a la Congregación su disposición para el trabajo. Considerándolo un valor de la vida religiosa, impuso el trabajo manual a todos, no descuidando el estudio y el trabajo ascético-religioso. Con su vida dedicada al trabajo, afirmó: “A un hermano no le basta el amor al trabajo; necesita pasión por el trabajo”.

Poco a poco, el excesivo trabajo fue minando y desmoronando esta estatua viviente de una vida de trabajo “llamada San Marcelino Champagnat”. Nuestro querido padre falleció el 6 de junio de 1840 a los 51 años. Con su ejemplo inculcó a todos sus hijos, los Hermanos Maristas, el amor al trabajo.

La educación es un proceso laborioso que exige constancia y perseverancia. El educador marista que toma en serio su misión, se une intrínsecamente, con el mundo del trabajo. En este sentido, el trabajo es también expresión de nuestra solidaridad con los pobres de este mundo.

Estimados lectores, en una sociedad de consumo y de placer exacerbado la educación es medio privilegiado para formar las nuevas generaciones en la dignidad del trabajo y para decir no al hedonismo; esto convierte a todos en “co-creadores”. Continuamos la obra de la creación.

Por nuestra acción y testimonio, los jóvenes aprenden que el trabajo es el gran medio de realización personal y de transformación social para lograr un mundo de justicia y de paz.

El amor al trabajo es también una virtud mariana. La Virgen de Nazaret, con la realización de las tareas domésticas y con su presencia educadora junto a su Hijo, muestra bien a las claras que considera el trabajo como un valor. “Nuestro espíritu de familia se expresa y se construye de una manera especial por el amor al trabajo que nos ha distinguido siempre”

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