MARÍA EN LA VIDA DE SAN MARCELINO CHAMPAGNAT

MARÍA EN LA VIDA DE SAN MARCELINO CHAMPAGNAT

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Por: Hno. Ángel Gutiérrez Gonzalo

Con propiedad podemos afirmar que la vida de San Marcelino Champagnat es, para nosotros maristas y para ustedes, amigos lectores, un potente foco que irradia devoción mariana.

Su vida e influencia educativa se resumen en estas palabras:

• Confianza total y perpetua en María

• Imitación de sus virtudes y actitudes. Marcelino comprendió que Dios quería santificarle y prepararle para trabajar en la santificación del prójimo por medio de una devoción especial a esta divina Madre. Desde entonces su divisa fue: “Todo a Jesús por María y todo a María para Jesús”. “Esta máxima nos pone de manifiesto el espíritu que le guió y que fue durante toda la vida la regla de conducta de su apostolado y hasta de su pedagogía”. Hombre práctico, sabe en las diversas situaciones y ocasiones, lo que tiene que hacer:

• Rogar a María, es la expresión de su actitud de confianza.

• Mirar a María, es la actitud de una imitación activa.

• Contar con María y echarse en los brazos de la Buena Madre. Es la actitud de abando confiado como la de un niño. María es para Marcelino Champagnat “la tesorera de todas las gracias”. Cuenta de tal manera con Ellla que frecuentemente dice a sus Hermanos: “Aunque toda la tierra esté contra nosotros, no debemos temer nada si la Madre de Dios está con nosotros”.

Ofrece con confianza a María “sus obras y proyectos” y espera todo de su protección. Comunicar a todos su propio ideal, sus actitudes filiales hacia María, que para él es todo. Muestra a todos con su ejemplo que deben contar siempre y en todo con su ayuda, protección y amor.

Enciende en los corazones de sus Hermanos el celo por hacerla conocer y amar, por extender su culto y por inspirar a sus alumnos una verdadera devoción a Ella.

“La amaba tan profundamente y con tanta intensidad que sentía necesidad de amarla, servirla y de trabajar en hacerla conocer y honrar por los demás”.

“Un día, dice el Hno. Silvestre, me acuerdo que en la confesión, apretándome el brazo me decía; ¡Amemos a María! ¡Amémosla bién! ¡Amémosla con gran afecto! Y otras expresiones parecidas. Pero estas no eran palabras, sino rayos de fuego que salían de su corazón ardiente de amor hacia Ella”.

En este mes, demostremos que realmente amamos a María participando con fervor en el Mes de María, en el colegio los alumnos y en la parroquia los adultos.

“Todo a Jesús por María, Todo a María para Jesús”.

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