Por: Hno. Ángel Gutiérrez Gonzalo
“Una gran señal apareció en el cielo:
una mujer vestida del sol,
con la luna bajo los pies
y una corona de doce estrellas
sobre su cabeza” (Ap.12,1)
Gran alegría siento, al contemplar a los niños y jóvenes de mi colegio, con qué fervor y respeto celebran el Mes de María.
Es que para los Maristas, María es nuestra Buena Madre a quien amamos entrañablemente. “Ella lo ha hecho todo entre nosotros”. Frecuentemente, repetimos a estos jóvenes idealistas: “Amen a María y háganla amar”.
El idealismo es la nota característica de los grandes hombres. Un hombre que se arrastra por la vida sin ilusión, será incapaz de heroísmos nobles.
Solo se realizan las hazañas que se han soñado mucho. Pero no sean jóvenes utópicos idealistas sin pisar tierra. Realizar hoy con plenitud lo que tienen entre manos, es la mejor garantía de alcanzar mañana una meta lejana. Dos o tres veces se presentará en sus vidas la ocasión de ser héroes, pero cada día se presenta la ocasión de no ser cobardes.
Ideal es toda empresa noble que polariza nuestro entusiasmo y por la que vale la pena dar la vida. En su juventud deben buscar esa idea grande por la cual estén dispuestos a vivir, a luchar y a morir. Entre los grandes ideales de los jóvenes deben figurar:
-Transformar el mundo implantando en él, con su vida, la verdad y la justicia.
-Formarse integralmente para ser en verdad hombres de Dios.
-Vivir el Evangelio, dando con su existencia el testimonio más firme de Jesús.
-Actuar en el mundo y en la sociedad, para cambiar sus estructuras.
-Ideales grandes, ideales nobles… que mantendrán encendidos sus corazones jóvenes.
El porvenir pertenece a los que saben dar a las nuevas generaciones razones para vivir y para esperar.
Santa María, estrella polar de los jóvenes, orienta su norte para que pasen por la vida realizando la misión que Dios les tiene destinada.
Todos llevan un mensaje que transmitir.. Madre, que no entierren sus talentos.
¡”Santa María, Estrella de los jóvenes idealistas, ruega por nosotros”!