Por: Hno. Ángel Gutiérrez Gonzalo
“Así que oyó Isabel el saludo de María,
saltó de gozo el niño en su seno
e Isabel quedó llena del Espíritu Santo”.
(Lc.1,14)
¿Qué significa ser testigo?. Trataré de respopnder con palabras sencillas y precisas.
Ser testigo es crear misterio, es vivir de tal modo que nuestra vida sería incomprensible si Jesús no existiese.
Ser testigo es ser alma ardiente que va encendiendo hogueras a su paso. Su existencia será un reguero de estrellas.
Todos los cristianos tenemos el deber de ser testigos del Evangelio. Este fue el último deseo de Jesús, sus últimas palabras en este mundo: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo y seréis mis testigos… hasta los últimos confines de la tierra!. Y diciendo esto fue elevándose al cielo y una nube le cubrió. Pero nos queda su voluntad expresa: “Seréis mis testigos”
¡Ser testigos vivientes de lo eterno, sembradores de eternidad!. Testigos siempre y en todas partes, con nuestro modo de ser y actuar. Testigos del Evangelio en la casa, en el colegio, en la calle, en el lugar de trabajo, en el bar, en la playa, en el templo, con los amigos, amigas, estudiando, jugando y rezando… siempre y en todas partes el corazón en vilo, irradiando la luz que llevamos dentro.
Algunas veces el único modo y el mejor testigo es morir mártir. Virgen nazarena, ejemplo en tu vida sencilla y escondida. Virgen de la Luz que sigues iluminando y arrastrando al bien con solo mirarte, hazme testigo de Jesús. Que mi vida sea una llamada a la altura.
Virgen nazarena, Señor del vivir sencillo, enséñanos a vivir la plenitd de cada hora y que hagamos fecunda nuestra espera. Sembrar en silencio, sin cansancio.
Que la luz de tus ojos, Madre, nos ilumine para que comprendamos que en la entrega sin egoísmo está nuestra plenitud de testigos.
¡Santa María, testigo fiel del Evangelio, ruega por nosotros!