Por: Hno. Ángel Gutiérrez Gonzalo
La manera como San Marcelino Champagnat, fundador de los Hermanos Maristas y cuya fiesta celebramos el 6 de junio, se encarnó en su tiempo, la habilidad para utilizar los métodos adecuados a las circunstancias, hacen de él un educador con un mensaje perdurable. Dicho mensaje se lo dedico, con mucho cariño, a los educadores del Instituto Chacabuco de Los Andes y a todos los educadores de la Quinta Región.
•En su tiempo, como en el actual, “olas de secularización y secularidad” amenazan sepultar la civilización cristiana. Vivir el contexto sociocultural y hallar en él la hábil inserción de los valores cristianos. Ese es su mensaje.
•En su tiempo, como ahora, la educación integral se veía amenazada por una reacción a modos tradicionales que se consideraban caducos. Los educadores de su época se volcaban sobre la instrucción. Hoy, los valores sociales pretenden suplantar a los demás. El equilibrio en la educación integral, permaneciendo atentos a las modalidades de la época, es el mensaje de San Marcelino Champagnat.
•Los educadores debemos utilizar al máximo todos los agentes educativos. La familia, porque la colaboración entre padres y maestros es fundamental. El Estado: con los estamentos del gobierno, él utilizó el sistema que las circunstancias le aconsejaban; quizá hoy sea otro. La Iglesia, poseedora en sí misma de un poder vivificante y difusivo por la misión del servicio. La sociedad, que siempre ofrece nuevos valores. Educar, valiéndose de todos los agentes y fuerzas colectivas, es el mensaje.
•Educar al alumno con el alumno mismo. Marcelino enuncia así el principio: “No se educa al alumno sin él”. Él lo hizo, en parte, en su época. Los educadores de hoy debemos hacerlo.
•La pedagogía del “encuentro”. La educación comienza en el instante en que, maestro y alumno “se encuentran” y hay conocimiento y amor. Ya él lo practicaba, y hoy, más que nunca, los tiempos lo exigen. “Encontrarse es su mensaje”.
•Claridad en las líneas. Champagnat vivió los tiempos naturalistas que siguieron a la Revolución Francesa, manteniendo firmes los objetivos espirituales de la educación. Hoy, las dos vertientes, la horizontal humana y la vertical religiosa, parecen oponerse más que nunca. Hacer una síntesis y hallar el equilibrio sin sacrificio de ninguna, es el mensaje de San Marcelino Champagnat.
Apreciados amigos educadores: Nuestra noble misión es: Educar para amar: “Educar es aprender a amar, para comprender, para compartir, para la verdad, para la justicia. Educar es aprender a amarnos, comprender los signos de los tiempos, ser testigos vivos de la historia, ser de Dios el mejor instrumento y esperar confiados la victoria”.