“Jesús en los brazo de su Madre al ser bajado de la Cruz muerto, la fe y la esperanza de María en el momento más crítico, oscuro y doloroso de su vida”
Para nosotros, chilenos, octubre y noviembre son dos meses del año marcados por una gran fuerza Mariana; octubre, mes del Rosario y noviembre, el Mes de María. Toda una hermosa tradición que hemos ido heredando generación tras generación.
Me han llamado profundamente la Palabras del Papa Francisco cuando nos pedía que todo el mes de octubre rezáramos el Rosario para alejar al demonio que ataca con tanta virulencia a nuestra Iglesia. Y nos pedía que concluyéramos cada Misterio del Rosario con las siguientes oraciones:
A la Virgen María:
“Bajo tu amparo nos acogemos, santa madre de Dios, no desoigas la oración de tus hijos necesitados, líbranos de todo peligro, ¡Oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!
Y También la oración al Arcángel san Miguel escrita por León XIII
“¡Oh , Arcángel san Miguel!, defiéndenos en los combates.
Sed nuestro amparo contra la maldad y acechanzas del demonio.
Mándele el Señor que no pueda dañarnos, humildemente lo pedimos.
Y tú, ¡Oh Príncipe de la Milicia Celestial!, usando el poder que el Cielo te ha conferido, lanza al infierno a satanás y demás espíritus malignos que recorren el mundo para perder las almas. Amén.
Este 8 de Noviembre damos inicio a este mes Bendito y quiera Dios, por medio de su Madre, que a muchos católicos se les vuelva a encender la llama de la fe. María vivió en carne propia lo que significa asumir, con todo lo que implica, la vocación de ser creyente y mujer de Fe. No fue fácil, no siempre tuvo clara la película, pero vivía siempre unida a la certeza de aquel “SI” que había dado a Dios, por medio del ángel.
Ahora esta desgarrada interiormente, su único hijo, está muerto, con su cuerpo totalmente destrozado, pero ella lo abraza, lo besa, lo mira y quizá por su mente pasa toda la vida de Jesús. Eso es lo que les pido que experimentemos. Estoy cierto que muchos abrirán su boca sólo para maldecir a la Iglesia, los Obispos, sacerdotes, etc. ¿sacamos algo con eso? Aparte de ser personas tóxicas y amargadas.
¿Porque no cambiamos los paradigmas y de esta historia de dolor y miseria, de crímenes contra menores, no nos atrevemos a sacar algo nuevo? No esperemos que lo haga el Papa, los Obispos, los curas ¡NO! Hagámoslo todos nosotros entregando un tiempo cada día para acompañar a la Virgen, tomando mi Rosario y recorrer lentamente las cuentas, pidiendo perdón, misericordia, conversión, comprensión, paz, amor. Partamos nosotros este 8 de Noviembre conducido por la Fuerza del Espíritu Santo a su parroquia, capilla o cualquier lugar donde se vayan a juntar a rezar el Mes de María. Que ese sea nuestro regalo a La Virgen. Ella puede interceder ante su Hijo para que transforme cualquier corazón de piedra, de rabia y odio que pueda haber.