Impreso en los Talleres de Gráfica LOM, Miguel de Atero 2888, Santiago de Chile, consta de 125 hojas, existiendo un índice de cada etapa de lo que relata.
El texto en comento es una biografía del autor mencionado, nacido en Los Andes, el 11 de Mayo de 1948, ciudad donde vivió su infancia y adolescencia en casa de sus abuelos, con visitas a sus padres en Limache y posteriormente en Quillota.
Esta obra consta de 16 capítulos; donde Patricio Bonelli, relata en el primer capítulo sus primeros recuerdos de la niñez, donde se ve reflejado el lugar en que lo vivió en sus primeros años, refiriéndose a Coquimbito, lugar que describe como el sector de un cerro que queda camino a la cordillera a la salida este de Los Andes, lugar donde nace y que señala que era la casa de su abuelo, que quedaba muy cerca de la de sus padres y que fue el último terreno que le había quedado a su familia
Al avanzar en su historia, capítulo por capítulo nos va recordando aquellas vivencias que cada uno de nosotros tiene de sus primeros años, en este caso contados por el autor de forma amena, desde una voz de niño que cada ser humano guarda en la memoria y se van presentando en imágenes fáciles de mostrar al que lee el texto
Muy sabias sus palabras cuando antes de relatar toda su vida como recuerdo para sus hijos mirando el pasado con recuerdos que lo acompañan hasta hoy, toma el epígrafe de García Márquez que dice “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla. Vivir para contarla”. De esta forma el autor nos da su mano para conducirnos al relato de su infancia de su entorno tanto familiar como de sus primeros amigos, de su colegio, de sus creencias, sus palabras van desde una mirada de niño al entorno de adulto, como un legado a sus hijos y nietos, que podrán saber detalladamente el origen de la familia.
Su visión nos muestra a medida que nos vamos entrando en ella, la vida de un niño en un pueblo en la década de los cincuenta, teniendo presente que su crianza fue producto de lo que sus abuelos sabían y le inculcaban, además como todo niño describe a sus amigos de forma campechana como por ejemplo sobrenombres, ‘la mamá tata’, que era una persona que ayudaba en la casa y que con tanto cariños la llamaba por ese nombre, porque sentía que era su segunda madre; ‘el huaso’ para referirse a un amigo que poseía unas tierras y donde jugaba y andaba a caballo. Recuerdos de los teatros que existían en esos lugares en los años en que suceden los hechos.
La historia es interesante porque no solo es biográfica, además es costumbrista, porque todos los que hemos vivido en esa fecha , y lo que relata esta historia nos harán de alguna forma impregnarnos de esas costumbres sencillas sin mayores complejidades, como las que ahora se viven, y que a los mayores nos tienen acongojados, jóvenes que no tienen miedo al peligro de andar en las calles a altas horas de la noche, la de no poder conversar sin la necesidad de caer en mucho casos en el alcoholismo y la drogadicción. Sé que la frase ‘los tiempos de antes eran mejores’ muchos la considerarán que es anticuada, pero percibirán el amor que existía en las familias, donde el padre, el abuelo y los demás parientes eran importantes en la vida de cada uno, sobre todo el respeto; dirigirse a ellos de una forma, donde se notaba que existían normas.
El relato es ameno y se puede leer en una tarde sentado en un sillón favorito, donde figurarán muchas imágenes de todas aquellas cosas que existían, por ejemplo, la gran aventura de subirse un tren y recorrer de Valparaíso a Santiago, pasando por Llay-Llay, el coche comedor donde se podía comer mirando el panorama. Historias que si son leídas por un joven encontrarán aquellos mitos o leyendas que se van transmitiendo de generación en generación.
El recuerdo de sus compañeros de colegio y de universidad que adquieren en el autor una gran importancia, la forma que los recuerda con sus sobrenombres, los distingue como era la usanza en esos tiempos, sobre todo en el campo. Capítulo a capítulo va relatando las casas de las historias de su vida, donde guardan recuerdos imborrables.
En los últimos capítulos el autor recuerda con nostalgia aquellos años en que se sentía un niño querido y aceptado por los adultos; y como todos sabemos la vida no es solamente de vivencias bonitas, existen en cada ser humano resquemores, que si bien han pasado muchos años aún existe esa falla que encontramos en las costumbres de nuestros padres, por el hecho de no estar siempre a nuestro lado. Aún en los años que el autor relata, guarda en su memoria esas vivencias que el tiempo no borra y sin darnos cuenta pensamos que nuestros padres y seres queridos no cumplieron en todo lo que nos hubiera gustado. Es la voz de un niño que aún a esta altura se revela ante esos recuerdos. Esta biografía finaliza como bien lo expresa el momento en que tuvo que cambiar sus lápices por tecnología que lo agobia. Finaliza su relato mostrándonos que aun quedan vestigios de casas que se conservan en Los Andes, y que manifiestan aquellos tiempos que no volverán, recordando con mucho cariño a sus abuelos y padres y cuya única forma de transmitirles a sus hijos y nietos hechos que alimentaron su mente en esos años.
Felicitaciones a Don Patricio Bonelli, por su contribución a la historia tantas veces olvidada, al relatar costumbres y hechos sucedidos en esos años y, más aun, la elegante forma de escribir como un literato, siendo él un ingeniero.
Estela Socías Muñoz
Presidenta de la Academia
de Literatura Infantil-Juvenil