Por: María José González Andaur, académica de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas Universidad Central
El acceso a financiamiento por parte de las personas se ha hecho cada vez más fácil. Años atrás, ser sujeto de crédito era reservado para algunas personas que tenían cuenta corriente en algún banco. Sin embargo, en la actualidad, al diversificarse la oferta crediticia a través de las cajas de compensación, casas comerciales y pequeñas financieras, el acceso al crédito también se diversificó.
Cabe señalar que el endeudamiento en sí, no es malo, por el contrario, puede transformarse en un agente dinamizador de la economía, siempre y cuando vaya acompañado de un objetivo claro: la jerarquización de las necesidades al interior de las familias. De lo contrario, se transforma en un gran dolor de cabeza para aquellas personas sobre endeudadas por las exorbitantes tasas y cobros extras del que son sujetos por parte de las instituciones financieras.
¿Existe responsabilidad social con el cliente al momento de otorgar un crédito por parte de las instituciones, o sólo se vende dinero sin tomar en cuenta el riesgo de insolvencia?
Tomemos el ejemplo cercano de una persona con una remuneración mensual cercana al sueldo mínimo, que posee una deuda cercana a los 5 millones de pesos contraídas con cuatro instituciones financieras, lo que se traduce en que debe pagar, en total, una cuota cercana al 95% de sus ingresos mensuales, aun cuando se supone que una persona no debería destinar más del 25% de ellos al pago de créditos.
Según la Superintendencia de Insolvencia y Reemprendimiento, el año 2015 hubo un aumento del 106% en atenciones por causas de insolvencia respecto del año anterior, lo que demuestra que a la gente le están costando más pagar sus obligaciones crediticias.
Siguiendo con las cifras, el tema se vuelve más preocupante. El estudio más reciente de endeudamiento, llevado a cabo por una prestigiosa universidad en conjunto con Equifax, mostró que a marzo de 2016 los morosos crecieron un 10% al mismo período del año anterior y se estima que a diciembre de este año, la cantidad de personas morosas se acerque a los 4 millones, cifra muy parecida a diciembre de 2011, fecha en donde se realizó el llamado “borronazo” de la base del boletín comercial que permitió a los chilenos blanquear sus antecedentes comerciales por cuanto estos son un impedimento, por ejemplo, a la hora de encontrar trabajo.
Lo que llama la atención de estas cifras es el abrupto cambio de comportamiento en los grupos de endeudamiento. Si antes las mujeres eran reconocidas como las mejores pagadoras y más “cuidadosas” que los hombres en temas financieros, hoy están sobrepasando los niveles de morosidad respecto del mismo período del año anterior: un 12% respecto del 9% de los hombres.
El estudio muestra también un creciente nivel de endeudamiento en los adultos mayores que alcanzó un incremento anual de un 17%, el mayor en tres años. Entonces, cuando se busquen explicaciones al ver tanta gente morosa en instituciones financieras liderando en rentabilidad, habrá que preguntarse por qué a la gente que es más “riesgosa” se le permite acceder al crédito, qué rol juegan las instituciones en la educación financiera de las personas y qué pasó con la ética en el mercado crediticio.