Señor Director:
¿Cuál es la historia de esa arriscada de nariz que decide en un segundo si alguien es digno de estar en mi circuito o no, si alguien será tratado como un par o abandonado?
Es un mar oscuro la arqueología de los prejuicios. Desde la ciencia se les entiende como simplificaciones del mapa mental, un ahorro de energía en la toma de decisiones. En este caso el ahorro mental y nuestra pereza, tienen una razón profundamente ideológica. Pero una simple campaña de Navidad, como «Voces sin Prejuicio», propone el ejercicio espiritual de la lucidez frente a los propios prejuicios. Es un primer paso.
En el Hogar de Cristo y en las fundaciones que trabajamos junto a comunidades excluidas, nos vemos golpeados por el poder homicida de los pre-juicios. Estos deciden que una agrupación de ahorrantes por la vivienda no sean recibidos en la ciudad, sino enviados al descampado. Y esto es homicida porque enviar a vivir lejos de la posta, de Carabineros, de la locomoción colectiva o del trabajo, es enviar al segregado a morir. También lo es criminalizar al comunero mapuche que sin tierra autogestionada, ve cómo su cultura simplemente se muere. Lo es el sesgar la opinión pública para que sea razonable que el infractor se pudra en la cárcel. Porque efectivamente en la cárcel se maltrata y se mata.
De esta lógica deshumanizante, del ojo por ojo, vino a liberarnos Jesús. A la Navidad genuina, a la del nacimiento del Hijo de Dios en un establo, no podrán castrarla convirtiéndola en otra fiesta del niño o de los bonitos sentimientos. La Navidad es revolucionaria porque cuestiona la base del poder homicida de nuestros prejuicios. «¿Y de Galilea puede salir algo bueno?», dijeron de Jesús, cuando se supo que se había criado en la rural Nazareth. Han sido dos mil años de pactos de miedos nunca sincerados, queriendo amordazar la libertad de Dios que escoge al más pequeño para liberar de la arrogancia miedosa al más poderoso. Porque en esas personas a quienes habíamos estigmatizado, podríamos encontrar auténticos mentores de humanidad. Porque «el pobre es Cristo», si es que salimos de la pereza.
Pablo Walker sj
Capellán General
Fundaciones Hogar de Cristo