Por: José Ramón Toro Poblete, Profesor
La comunicación es dinámica, provoca reacciones, despierta sentimientos, une, aclara, genera una serie de emociones y compromisos. Es un proceso dinámico entre dos que, si es buena, despierta la complicidad, permite construir historia entre dos. Despierta el afecto, el cariño, la necesidad de complemento, la urgencia por el otro, ¡La Urgencia por el otro! Despierta protección y seguridad, el sosiego, la lealtad, la ternura, la intimidad, el amor. Y, más aún; posibilita el crecimiento y, el desarrollo del otro como persona.
Pues bien. Hoy por hoy, la comunicación en nuestras relaciones, está expuesta al mal uso de las aplicaciones tecnológicas y, a las que vienen en un celular. (el Whatsapp, Facebook, Messenger, Instagram, Chromecast). Originalmente fueron concebidas para comunicarse pero, en la mayoría de los casos se utiliza para entregar información o datos.
Fíjese que, en la generalidad de los casos, si un hijo les envía a sus padres un mensaje con carácter de urgencia, ellos, no lo responden al instante, por una razón simple: son de la generación de la Comunicación “Hablada” y no de la transmisión de datos. (mensajes). Caso contrario; si los padres llaman a sus hijos, éstos no contestan el celular pero, si le envían un WhatsApp, tienen la respuesta casi de inmediato. Son de la generación de los Datos.
Un choque generacional: la Comunicación Oral versus la Transmisión de Datos.(mensajes)
En este contexto, quiero que admire y contemple la decisión de Dios: ¡Navidad!.
Envió “Mensajes Hablados” a la humanidad por medio de los profetas. Anunció, por medio de ellos, la venida del Mesías. Siempre se valió de la palabra o mensaje hablado. Hasta que, en el momento propicio, dejó de enviar Mensajes hablados y envió su Palabra al hombre. Y, esa Palabra, se hizo realidad; tangible, audible, visible en Jesús, nacido en Belén, la tierra de Judá, según lo prometido por medio de “los mensajes hablados” de los profetas.
Y, la Palabra (Verbo), se hizo carne y nos dijo todo ¡Todo!, acerca del Padre.
Nada más hay que agregar. Todo fue dicho por medio de la Palabra y, cara a cara al hombre.
La Palabra de Dios se volvió audible y visible, cercana y amorosa, magistral, entendible y salvadora.
Esto es lo que celebramos en Navidad. El inmenso amor y misericordia de Dios y el compromiso con su creación al manifestarse, expresarse y vaciarse para que le conocieran y, conociéndole, le amaran. (Le propongo lea, completo, el capítulo 17 del Evangelio según san Juan. Es conmovedor descubrir en Jesús, el cómo da cuenta de su misión).
Navidad no es solo regalos, árbol navideño y pesebre.
¡Es la Palabra de Dios, que se hizo hombre para hablarle a usted! La Palabra de Dios que se hizo hombre, para sentirlo cercano, hacerle cómplice, hijo y familia.
La Palabra de Dios que se hizo hombre, para darle sentido a su vida, a sus alegrías y a sus penas, a sus logros, sufrimientos y, proyectos.
A modo de conclusión, le recuerdo lo esencial de la Navidad:
La Palabra de Dios (Jesús) no nació en Belén para entregarnos información y datos acerca de quien es Dios Padre. Se hizo hombre para Comunicarse con nosotros y hacernos parte de Él y, lo hizo cara a cara, muy cercano, hasta para llegar a decir que, “quien me ve a mi, ve al Padre”.
Que sea feliz en esta Navidad junto a los suyos.