El Alzheimer causa entre el 50 – 60% de los casos de demencia en adultos mayores. Generalmente la población asume que el diagnóstico de esta patología está asociado sólo a un deterioro de memoria, mientras que en muchos casos inicia con alteraciones visuoespaciales, variaciones al realizar tareas y/o cambios conductuales. Por ello, la neuróloga de Centros Médicos Vidaintegra, Dra. Carolina Gallegos, explica cómo identificar los síntomas de esta enfermedad y se refiere a la importancia de detectarla lo antes posible.
Este 21 de septiembre se celebra el Día Internacional del Alzheimer, una enfermedad neurodegenerativa de avance progresivo e incurable hasta el momento que se ha convertido en la tercera causa de muerte en Chile. A pesar de que su mayor prevalencia se registra entre personas de la tercera edad, en el 1% de los pacientes se presenta antes de los 65 años. “Generalmente corresponden a casos familiares que se heredan entre generaciones y se deben a mutaciones que afectan el funcionamiento de los genes que producen el Alzheimer”, explica la neuróloga de Centros Médicos Vidaintegra, Dra. Carolina Gallegos.
El diagnóstico de esta enfermedad está basado en la observación en el tiempo del paciente, el relato de los acompañantes, los estudios dirigidos y de descarte de otras afecciones que puedan imitarla. Como advierte la especialista, aun cuando se cumplen con rigurosidad estos procedimientos, en el 30% de los casos esta patología es descubierta en la evaluación post mortem de la persona.
Por ello, uno de los aspectos más relevantes es diferenciar el olvido benigno de los olvidos patológicos. En este último existen dificultades para recordar datos recientes importantes, más allá de fechas, lugares o nombres. Los pacientes olvidan situaciones completas, sin recuerdo de la experiencia en sí, y presentan episodios de desorientación en lugares habituales. “La persona no es consciente de su déficit y suelen ser terceros quienes lo plantean mientras el sujeto minimiza o se disculpa por los defectos”, detalla la neuróloga.
Cuando estos elementos progresan, impiden que la persona desarrolle sus actividades habituales de la vida diaria y funcione con independencia, sin que se presente algún trastorno psiquiátrico, se establece el diagnóstico de demencia por Enfermedad de Alzheimer.
FACTORES DE RIESGO
Los factores de riesgo son aquellos elementos propios del paciente, de su historia de vida y de su ambiente que aumentan la posibilidad de generar una condición de salud patológica. La población general tiene un riesgo de cerca del 10% de desarrollar Alzheimer, lo cual puede incrementar según las siguientes variables que define la Dra. Gallegos:
Edad: sobre los 65 años la prevalencia se duplica cada 5 años, llegando a casi el 50% de posibilidad de padecerla a los 90 años.
Nivel educacional: a mayor desarrollo académico se crean más y mejores conexiones neuronales que aumentan la “reserva cognitiva”, lo cual es un factor protector contra el desarrollo de la enfermedad.
Riesgo cardiovascular: patologías asociadas a dietas poco saludables como la hipertensión, dislipidemia y la diabetes favorecen el daño vascular, propiciando aún más la sintomatología del Alzheimer.
Factores genéticos: lo que se hereda es un riesgo, una probabilidad levemente mayor a presentar la enfermedad cuando existe un caso establecido en otras generaciones. El 25% de los pacientes con Alzheimer tiene algún familiar que desarrolló la patología sobre 65 años.
Tratamiento
Al detectar alteraciones cognitivas tempranas, incluso antes de diagnosticar a una persona con Alzheimer, es importante implementar técnicas que fomenten el estímulo y resguarden la salud cognitiva. “Controlar factores de riesgo metabólicos, adecuar a una dieta sana, implementar caminatas para estimular oxigenación, actividades sociales e intelectuales”, ejemplifica la doctora.
Lamentablemente en la mayoría de los casos, la consulta se realiza cuando ya existe un cuadro establecido y la terapia farmacológica no logra impedir la activación de factores que generan la enfermedad. Sólo van a manejar sintomáticamente la esfera cognitiva, intentando enlentecer la progresión y entregando una mejor calidad de vida. “Es por esto que se recomienda conocer los factores de riesgo generales de la población, modificar los hábitos hacia un estilo saludable, controlar patologías metabólicas o vasculares, y desarrollar ejercicio cognitivo continuo”, concluye la especialista.