Por: Carolina Herrán, académica Escuela Fonoaudiología U. Andrés Bello
Las vacaciones son un periodo de descanso y de diversión para los niños. Sin embargo, también puede ser una instancia para que aquellos pequeños que tengan algún problema de comunicación, lenguaje o habla puedan aprovechar este tiempo para favorecer esta área sin que implique un desgaste cognitivo y que sea a la vez de forma natural.
Se pueden dar algunas sugerencias para que los padres o cuidadores puedan ayudar en esta materia, en forma lúdica, como conversar al menos 10 minutos al día de un tema que sus hijos propongan. Por ejemplo, hablar de alguna competencia deportiva en otros países. La idea es que los padres y sus hijos averigüen del tema y dialoguen que es lo que investigaron. Esta actividad fomenta la curiosidad que es un comportamiento inquisitivo natural de forma lúdica. Lo principal es que su hijo plantee el tema.
Para niños más pequeños, jugar al “veo -veo” durante traslados o al llegar del trabajo mientras realiza otras actividades. Por ejemplo, preparar la cena u once. La idea es que su hijo describa las características generales de un objeto que esté presente en el lugar donde comparten ambos (padres e hijos). Esto fomenta el vocabulario y capacidad de evocación o memoria respecto a un estímulo.
Por último, una forma de corrección de forma indirecta y expansión del lenguaje es lo que llamamos técnicamente como “habla paralela” y “autoconversación”. El habla paralela es que el adulto vaya verbalizando lo que está haciendo su hijo, mientras juega. La autoconversación consiste en que el adulto vaya hablando de lo que él hace mientras se encuentra con su hijo. En ambos casos no requiere planificar ninguna actividad y puede usar simplemente rutinas de la vida diaria como bañarlo, vestirlo, preparar la cena u once. Lo importante es usar un lenguaje sencillo y adaptado a la edad de su hijo.