Por: Eugenio Astudillo
Nadie puede negar que el país está viviendo tiempos difíciles. Que si bien es cierto se ha llegado a algunos acuerdos y consenso políticos tendientes a arreglar la situación, todo lo acontecido en los últimos dos meses, superó la capacidad de asombro de la gran mayoría de los ciudadanos chilenos, lo que se ha demostrado en la merma de la actividad económica nacional, en la latente inseguridad que se palpa en todos los ambientes sociales y productivos, y en los índices negativos que arrojan las tradicionales mediciones que analizan la situación social y financiera del país.
El estado de incertidumbre que se vive desde Octubre en nuestra patria, lejos de disiparse por desgaste natural o por verdaderos arreglos a las peticiones sociales y económicas demandadas, ha ido creciendo y derivando en otros campos del quehacer nacional, sobretodo en el político, en donde al permanente triste espectáculo que da nuestro actual parlamento, se han agregado otros “numeritos” al circo, que tienen que ver con acusaciones constitucionales contra el presidente, una denuncia judicial sobre su persona, y ahora una nueva acusación por la forma de administrar sus bienes, ¿Y las pensiones para el resto de los Jubilados?, ¿Las deudas del CAE? ¿ Y el montón de otras cosas que prometieron solucionar?. NADA. A los pocos días de pasar el susto por la anarquía reinante, los políticos prometieron muchas cosas sobre unidad, consenso, etc., pero a poco de pasar las primeras semanas, siguieron haciendo lo mismo que los ha destacado por siempre: continuar peleando por sus mezquinos intereses.
Pero cuidado, la situación reinante no solo está afectando a los más grandes del territorio, sino que también a los niños. Ellos que esperan todo el año el mes de Diciembre con la ilusión del Viejo Páscuelo y la Navidad, y hoy; al igual que todos, están sufriendo los efectos de esta crisis que no acaba, y que las noticias de la televisión sensacionalista, cada día la prolongan más con sus reiterados e interesados análisis de algunos eruditos que pelean en pantallas, a toda hora, como forma de ganar adeptos y espacios para sus corrientes ideológicas. Ante esta desgracia de sembrar el temor y la incertidumbre entre todos, los ahora más mayores; Abuelos, Padres, tíos, etc., debemos alimentar y reforzar las creencias inocentes de Navidad en los más pequeños de la casa, para lo cual debemos tomar varias antiguas acciones para que estas fiestas sean lo que las ilusiones de los niños requieren, para lo cual, es bueno que con el concurso de ellos armemos prontamente los Árboles de Pascuas de los hogares, pongamos las luces y los adornos, les contemos, que si bien habrá regalos, este año, quizás, sean más limitado que en las fiestas anteriores pero llegarán, y sigamos fomentándoles la ilusión de que aún existe esa máxima de que “siempre el bien triunfa sobre el mal” y que lo que está pasando hoy en Chile, con el tiempo se traducirá en algo mejor para ellos, y que todos tenemos la esperanza de que el Niño Dios nos traerá buenas nuevas este fin de año.
En resumen, lo más importante es, que los más adultos, hagamos el mayor esfuerzo en dar el mejor espacio a estas fiestas tan esperadas para los niños, en donde, si Usted aprecia que el retoño no se porta bien, por nerviosismo u otra cosa, no lo amenace con la típica frase “que el Viejo Pascuero no traerá regalo”, sino que sea más actual y consecuente y dígales con franqueza; para que se asuste, que si él se sigue portando mal, Santa Claus le traerá un político de regalo a la casa, para que también juegue con sus inocentes anhelos y aspiraciones, así como lo han hecho y siguen haciendo con nosotros , sus padres, abuelos y otros adultos mayores.
Feliz Navidad para todos No atentemos contra los sueños de los niños.