Por: Enrique Rocher
«No hay pueblo como mi pueblo», tierra linda como no hay otra. La más hermosa de nuestro Chile. Acogedor y generoso, así es mi pueblo; donde quiero morir. Díos le dio por vallado una cadena de cerros, para guardarlo de gente de maldad, y la imponente Cordillera de los Andes, toda vestida de blanco en invierno, radiante como una novia camino al altar, para unirse con su amado.
Sus mujeres son alegres y de gracia sin igual, cuyo cuerpo como serpiente silbante al caminar, que a los varones hacen suspirar.
Sus valles color y sabor de uvas, deseadas en el mudo entero, orgullo de nuestro suelo, y de los montes sacamos cobre, riqueza nacional; cómo no la he de amar?
Todos juntos, brindemos simbólicamente con el mejor vino de nuestra Patria, como el que bebo yo: digamos todos unidos, ¡Viva Los Andes!
Dios bendiga nuestra ciudad.