Hasta el 16 de junio se extenderá este año la campaña de vacunación con la influenza. Con la proximidad del invierno, cada año se instala el debate sobre la importancia de colocarse esta vacuna. Sin embargo, surgen inquietudes sobre su seguridad y se han generado una serie de mitos al respecto, principalmente asociados a los efectos secundarios.
Claudio Figueroa, académico del Departamento de Ciencias Biológicas y Químicas de la Universidad San Sebastián y experto en Inmunología sostiene “la vacuna contra la influenza que se suministra en Chile es absolutamente segura, pero existe desconocimiento en las personas no sólo respecto a su elaboración, sino también sobre cómo actúa”.
Desde que se suministra la dosis, puede haber una sensibilidad en particular en algunas personas, lo que se extiende por un par de días y hasta una semana. Al respecto, el experto señala se puede producir fiebre, algo de inflamación y malestar general.
Pero estas molestias son menores con respecto de lo que puede producir el virus de la influenza o gripe. Esta última provoca temperatura de hasta 40 grados que puede registrarse durante cinco días, además de dolores musculares muy fuertes, cansancio extremo y para que el enfermo se sienta bien totalmente, pueden pasar tres semanas o un mes.
Figueroa indica que en los últimos años, los brotes de influenza han sido más fuertes con la aparición de la cepa H1N1 que afecta a la población joven y no sólo a los grupos vulnerables (niños, embarazadas, enfermos crónicos o adultos mayores).
“A diferencia de la influenza estacional que es más recurrente en niños y adultos mayores, la cepa H1N1 genera cuadros inflamatorios severos en jóvenes y adultos y la vacunación es clave para disminuir los riesgos en toda la población”, añade el profesional.
Además, sostiene que cuando las personas no se vacunan, a nivel individual se arriesgan a un cuadro clínico complejo, pero también favorecen la circulación de la influenza lo que impide proteger a los grupos etarios vulnerables.
“Con la vacunación se aplica el concepto de inmunidad de rebaño, para disminuir el flujo de circulación del virus en la población total”, afirma Figueroa.
El académico enfatiza que la vacuna contra la influenza no tiene mayores restricciones para ser suministrada, salvo en el caso de personas que son alérgicas al huevo.
En cuanto al monitoreo de la seguridad de la vacuna de la influenza, Figueroa destaca que a la labor que realiza el Instituto de Salud Pública (ISP) se suma la permanente consulta y seguimiento que efectúan grupos de expertos nacionales.
“Independiente de qué laboratorio sea el proveedor, el proceso de manufactura es el mismo y todos los años se licitan las vacunas con altos estándares de calidad y seguridad”, sostiene el docente de la USS.
¿Quiénes deben vacunarse?
En la misma línea, el doctor Víctor Zarate, director de la carrera de Medicina de la Universidad San Sebastián enfatiza cuál es la importancia de este proceso de vacunación.
“Debe vacunarse la población de riesgo porque en esos grupos poblacionales existe una mayor chance de desarrollar la enfermedad de una forma más severa, es decir, que provoque hospitalizaciones por complicaciones o eventualmente la muerte. Otra razón de igual relevancia es que el hecho de que grandes porcentajes de los grupo de riesgo se vacunen, hace que la minoría no vacunada reciba el beneficio inmunitario del efecto rebaño, lo que en otras palabras deriva una disminución del contagio en las familias y comunidades”, puntualiza Zárate.
Independiente de los riesgos individuales, el académico de la USS recalca que el dejar se vacunarse “podría llevarnos a aumentar el riesgo país de desarrollar una serie de brotes epidémicos de distintas enfermedades infecciosas, en las cuales se produjeron “bolsones” de individuos no vacunados. Estos fenómenos se han visto en países desarrollados que están experimentando las mismas bajas de las tasas de vacunación de Chile, ejemplo Estados Unidos”.