Por: Gmo. Zenteno.
En la vida de la ayer Compañía Minera Andina, hoy División Andina de Codelco-Chile, han participado cientos de trabajadores que con distintas responsabilidades han aportado a su desarrollo como empresa y a lo que es, en definitiva, su razón de ser: Proporcionar recursos económicos al Estado para hacer frente a las siempre crecientes necesidades de sus habitantes.
Uno de ellos, el abogado Norberto Bernal Fuenzalida (Q.E.P.D.), recientemente fallecido en el umbral de los 90 años, se destacó acá en Los Andes no solo por su aporte profesional en la asesoría jurídica, sino también en Chuquicamata y en la Oficina Central de Codelco en Santiago. Su inicio profesional en la División Andina fue en la década de los 70 en la Oficina en Santiago. Fue un estrecho colaborador del profesor extraordinario de derecho minero, electo decano de la facultad de la Universidad de Chile y gran formador e impulsor de especialistas, Carlos Ruiz Burgeois, en esa época abogado jefe de la Compañía. El año 81 fue trasladado a Saladillo donde se desempeñó como Consejero Legal hasta el mes de junio del 86, retornando a la Oficina de Codelco en Santiago. Posteriormente en Chuquicamata asumió la Superintendencia de Relaciones Industriales por dos años, culminando su desempeño profesional en el Departamento Legal de Codelco en Santiago. Su labor en Andina entre los años 81 y 86 coincidió con importantes avances productivos y donde su opinión en el ámbito jurídico siempre se valoró por la profundidad de su conocimiento en las siempre variadas facetas del derecho minero, laboral, de aguas, principalmente. Su afán profesional se dirigió permanentemente a materializar soluciones concretas, trasparentes y creativas que permitieran consolidar los objetivos de la División dentro del marco jurídico vigente.
Muchas veces sus observaciones alcanzaban aspectos que iban más allá de los temas propios de su competencia y allí desplegaba con gran objetividad sus opiniones orientando la de muchos hacia soluciones permanentes. En su trabajo concurría no sólo la sabiduría y madurez, sino también su buen juicio y realismo. Siempre trabajó con entusiasmo y con ganas, entregando en su relación laboral grandes cuotas de afecto hacia todos. Sabía hacer interesante materias muchas veces áridas, donde incorporaba un gran esfuerzo intelectual para hacerlas comprensibles por todos. Fue un abogado motivado por su misión, con un alto espíritu de servicio y con una mirada siempre ecuánime, velando por que las decisiones siempre consideraran los derechos de todos.
Fue enemigo de la rutina, del espíritu burocrático, con gran apego al deber y una honestidad e integridad a toda prueba. Buscó en su acción profesional, especialmente en los temas vinculados a la administración de los contratos de trabajo, alcanzar siempre acuerdos. Cuando la dinámica de los mismos y la acción sindical forzaban al desencuentro y al conflicto, insistía en lo importante de entender que tanto la administración como los trabajadores estaban en un proyecto común. Valorada fue siempre su actitud de orientar a las personas hacia fin que el percibía como el mejor para todos. Muchos recordarán la importancia de don Norberto en la mantención de un buen clima laboral, cuyo fundamento no era otro que el respeto que siempre tuvo por las personas y a sus opiniones. Valoró la diversidad en la resolución de los problemas. Buscó siempre acoger las buenas ideas de donde vinieran y construir caminos en un ambiente de pluralismo y tolerancia.
Su larga carrera profesional la inició en la hoy desaparecida Empresa de Transportes Colectivos, CTC, en Santiago, continuando en la Universidad de Chile, donde también hizo clases. Vinculado a la minería desde muy joven, antes de llegar a Codelco, alcanzó la presidencia de la Sociedad Nacional de Minería, SONAMI, en el período 71-73, siendo declarado posteriormente socio honorario de la misma.