Por: Felipe Briones, psicólogo Centro Médico Auco
Son comunes las consultas en relación a la postura de límites y normas en los niños. Son muchos los padres que no tienen claro que hacer frente a situaciones donde los pequeños transgreden las normas o traspasan los límites impuestos. Esta falta de herramientas parentales les hace caer muchas veces en modelos correctivos erróneos a base de gritos, golpes o cualquier tipo de maltrato. Por otro lado, existen también papás que frente a la transgresión de límites o normas por parte del niño, no reaccionan y caen en la permisividad. Esta posición está muy de moda a propósito del auge del modelo de crianza “respetuosa” que ha sido mal interpretada y ha favorecido conductas a ratos negligentes y en ocasiones carentes de sentido. Ambos extremos dañan y muchas veces dejan secuelas no físicas, si no también psicológicas, difíciles de abordar en la vida adulta.
Es de gran importancia entender como papás y hacerle entender a nuestros hijos que corregir, establecer normas y marcar limites de conducta también son parte de la construcción de un proceso de amor y cariño. En el fondo, es una forma en la que reconocemos que los más chicos tiene una importancia ante nosotros como adultos, dando a entender que un “no” en ciertas circunstancias intenta protegerlos, cuidarlos o enseñarles a contenerse. Hacer conciencia de esto, es un punto de partida para perder el miedo a poner freno a los pequeños, sobre todo cuando pensamos que podemos hacerles daño con nuestras decisiones.
Otro punto importante, es como en nuestra condición de adultos hacemos conciencia del sentido que tendrán las normas y los limites para nosotros y nuestros hijos. Si como adultos no tenemos un sentido claro, este sentido menos estará instalado en el niño. Y si como adultos pasamos a llevar las emociones de nuestro hijo, sin contener y escuchar, tendremos como respuesta una tendencia del niño a transgredirnos y se suscitaran desbordes emocionales que seguramente empeoraran la situación, caeremos rápidamente en el juego inconsciente de “si tú no me escuchas, yo no te escucho”.
Ahora bien, establecer normas y limites, no es una tarea fácil, pero hay algunos secretos para hacerlo; hay que ser pacientes, claros y continuos cuando lo decidimos hacer. Existe una piedra angular que nos ayudara a tomar las mejores decisiones cuando no sabemos cómo reaccionar; el equilibrio. El punto medio entre la rigidez absoluta y autoritaria del “porque si” o “porque yo lo digo” y la permisividad negligente del “déjalo llorar”, “ya, haz lo que quieras” o verdaderas aberraciones como “no lo tomes en brazos, lo vas a malcriar”. Todas, situaciones extremas carentes de empatía y contención, jamás soluciones frente un momento en donde todo lo que hagas como papá marcará el desarrollo y crecimiento de tu hijo. Entonces mejor, antes de actuar preguntémonos siempre ¿dónde está el equilibrio en esta situación?, partir de ahí ayuda mucho a tomar las mejores decisiones a la hora de actuar.
En conclusión, es responsabilidad de nosotros como adultos, definir límites y mostrarles lo que pueden o no hacer, o hasta donde pueden llegar. El mensaje que les entregamos haciendo esto, nos permiten dejar en claro que es lo que esperamos de ellos y así poder predecir sus reacciones y protegerlos. Ciertamente orientar a los más chicos en situaciones en las que no son capaces de decidir, los ayuda a aprender a auto regularse, conocerse mejor y crecer. Evitar los golpes y las amenazas son acciones primordiales, no hay que olvidar que cuando golpeas o le gritas a tu hijo, lo que enseñas es que el amor y la violencia pueden ir de la mano.
Aprendamos a decir no con cariño, nuestros niños lo agradecerán.