Carta al Sr. Director:
“Nuestra sangre salvará a Chile” fue el mensaje de Pedro Molleda en la ejecución de la Masacre del Seguro Obrero, fatídico acontecimiento que tuvo lugar el 5 de Septiembre de 1938. La masacre de los jóvenes nacionalsocialistas en el edificio del Seguro Obrero –¡y gran paradoja hoy, el “Ministerio de Justicia”!– fue ordenada por el Presidente de la República Arturo Alessandri Palma («Mátenlos a todos! ¡Que no quede uno con vida!»). Pero, en realidad, la orden procedía de más arriba: De las Fuerzas Ocultas que gobiernan a Chile y a Occidente. Pues se debía impedir la materialización de la cosmovisión redentora que se proyectaba en esa época en Chile de igual forma en Europa.
De hecho, las órdenes a los carabineros para la ejecución de los jóvenes fueron dadas por un “civil” (Véase el artículo “Tragedia antigua” de Luis Sánchez publicado en el diario Las Últimas Noticias, el 21 de Noviembre de 1998. Página 14). El ejecutor visible de un crimen ritual.
Algunos intentaron entonces –e intentan hoy– desasociar el real origen y significado de este movimiento bajo pueriles argumentaciones que pretenden tergiversar la verdadera historia. Más allá de las interpretaciones, la masacre significó el fin de la posibilidad orgánica del pueblo de Chile de manifestarse políticamente.
La decadencia generalizada, el materialismo y la exaltación de los anti-valores –la destrucción de la familia y de la nación–, evidencian la realidad del último párrafo.
Frente a ello, se eleva el mensaje de Pedro Molleda y de los caídos en ese trágico día: “Nuestra sangre salvará a Chile”.
Rafael Videla Eissmann