Por: Daniel Zamorano
En vista a la polémica que se ha desarrollado en Los Andes por la construcción de estacionamientos subterráneos en el sector Plaza de Armas me parece pertinente entregar algunas opiniones.
La Plaza de Armas para cualquier ciudad es un relevante centro cívico, urbano y patrimonial que debe ser tratado con cuidado. Para Los Andes esta situación es similar y cualquier modificación, por leve que sea, a este patrimonio de todos los andinos y andinas debería ser consultada a la ciudadanía y no decidida tras cuatro paredes, de manera inconsulta, y menos en sesiones secretas o reservadas. Esto último es relevante y más allá de que el sistema político chileno se basa en la democracia representativa, por lo menos aquellos concejales y concejalas que representan al mundo de la centroizquierda deberían promover y exigir al Consejo Municipal espacios de participación permanentes y, en particular, para tomar decisiones importantes como ésta.
El principal patrimonio de una ciudad somos sus habitantes, nuestra idiosincrasia y cultura, por ende, debemos ser escuchados y respetados. Por lo anterior comparto la idea de que se realice un plebiscito vinculante para decidir que se hará finalmente con la construcción de los estacionamientos. Este evento además permitirá que aumente la deficiente información pública que hay sobre el tema.
No me parece correcto, además, que una de las justificaciones de continuar con este proyecto sea la posible indemnización por pagar a la empresa. Quienes tomaron esta decisión deben hacerse responsables y buscar todas las alternativas judiciales, técnicas, políticas y administrativas para responder a lo que decida la gente sobre los estacionamientos y no utilizar este chantaje que se vincula a la génesis del problema: la firma de un acuerdo (negocio) a espaldas de la ciudadanía. Hay ejemplos de municipalidades que han decidido cortar con el negociado espurio que algunos hacen con los estacionamientos, los parquímetros y la especulación inmobiliaria. No veo porque eso no podría pasar en Los Andes.
En cuanto al supuesto desarrollo que traerían estos estacionamientos o su implicancia en el ordenamiento territorial de Los Andes, cuestiones que yo considero importantes, creo que su construcción va en contra de todas las políticas internacionales de desarrollo urbano, crecimiento sustentable y cuidado patrimonial. Hoy en el mundo se prohíbe o exige impuestos al tránsito de vehículos en los centros urbanos, se construyen ciclovías, paseos peatonales, se mejoran veredas y accesos para personas con discapacidad, se aumenta la seguridad de las calles con luminarias y cámaras de vigilancia, etc., Todas las políticas de ordenamiento territorial actuales se basan en los puntos antes entregados y, en particular, en mejorar la locomoción colectiva. En resumen, la tendencia mundial es desincentivar el uso del automóvil y acá se está haciendo todo lo contrario.
El desarrollo y ordenamiento territorial moderno se basa en pilares como son la participación, la equidad territorial y desarrollo sustentable, entre otros, claramente la construcción de estos estacionamientos no va en esa línea. En Los Andes aún hay sectores apartados del desarrollo donde no llega la locomoción colectiva, los servicios de emergencia y otros, donde ni siquiera hay pavimentación de sus calles. Por otro lado, tenemos una enorme deficiencia en los accesos para las personas discapacitadas. El desarrollo territorial según los parámetros actuales debe ser equitativo, justo y llegar a todos los ciudadanos, no es sinónimo de construcciones, obras y cemento, es generar infraestructura que vaya en beneficio de toda la comunidad. Por ende, la construcción de estos estacionamientos no es una decisión que vaya en la dirección correcta, ni que se justifique por la obra en sí misma, lo que debemos preguntarnos es si se enmarca en el tipo de desarrollo que necesita nuestra ciudad.
En síntesis, el mensaje a la ciudadanía que entregan estos estacionamientos es: cómprate un auto. Lo que ya ha quedado claro va contra todas las políticas de ordenamiento territorial de los países desarrollados y de desarrollo medioambiental sustentable. Ahora, si se decide o acuerda que los estacionamientos deben construirse sí o sí, podrían verse alternativas fuera del damero central de Los Andes y, sobre todo, tener voluntad política de enmendar el rumbo, y una necesaria autocrítica del cómo se hicieron las cosas.
Creo importante, finalmente, aclarar que esta opinión no tiene que ver con un sector político en particular dado que han sido administraciones municipales y concejales de todo el espectro político quienes han configurado este panorama.
Nota Final: considero menester aclarar que no entregué esta opinión antes para que no se diera pie a mezclarla con la postura oficial de la primera autoridad de la provincia.