País unido y de verdaderos hermanos

País unido y de verdaderos hermanos

- en Columnistas
1474

Por: Eugenio Astudillo Leal

Y pensar que hace menos de un año, en esta angosta y larga faja de tierra, todos hablábamos de crecimiento económico, de la industria del Litio, del gran avance tecnológico de China, de la oportunidad de colonizar el planeta Marte, de la era de la robótica mundial, de que, como chilenos, teníamos las mejores armas de Sudamérica, que teníamos el mejor per cápita de la región, de que teníamos la mejor salud, la mejor educación, la mejor de la mejor de cualquier cosa que se pudiera mostrar y comparar, que éramos imparables, que íbamos directo a desarrollo. Y bla, bla, bla. Pero, la realidad dijo de pronto otra cosa, y bastó la presencia de un solo mísero microorganismo, con apellido de virus, y se acabó el Jaguar del continente, el rey midas de los países subdesarrollados, y también por fin, para los más creídos, el ejemplo del barrio.

Como yo vivo en esta república, soy chileno, y amo mi país en forma agradecida, solo hablaré de esta tierra, de mis vecinos y amigos, de cómo, en tan tampoco tiempo perdimos la humildad, la razón, la solidaridad, la unión y la amistad sincera entre nosotros, y enfatizar ante ustedes, que todo esto fue, porque empezamos a creernos lo que aún no somos, y que quizá nunca alcanzaremos a llegar a ser. Los nuevos ricos del campamento.

Después de este fiasco económico y social que ha sido percibido por toda la humanidad. Hoy, ante Dios y el universo, junto a todos los países de la tierra, desde los capitalistas hasta los comunistas, debemos agachar la cabeza, sacarnos nuestro falso ropaje de éxito, y agradecer al creador que nos haya mandado un solo “bichito” para reubicarnos en el lugar que nos corresponde en la creación, sin arribismo y falsa pretensión.

Como buen chileno moderno, que siempre pregonábamos que nos quedaba chico América, y que siempre nuestros puntos de comparación debían ser las grandes economías europeos, como Italia, España, Francia, Reino Unidos, ahora, de esta manera, mediante el Covid -19, tenemos la ocasión de satisfacer nuestro ego, de que a pesar de ser del fin del mundo, y malos imitadores de sus culturas, en esta comparación, en el caso de la pandemia, no hemos estado tan mal como país tercermundista.

Pero ¿qué se gana con compararse con naciones tan soberbias, tradicionales y de boatos como las indicadas?, si el pecado más grande de ellas y de todo el mundo de las potencias siempre ha sido el mismo: ¿Quién de todos es el mejor del mundo? ¿Quién tiene más poder económico? ¿Quién tiene más y mejores armas? Este pésimo mal del cachiporreo internacional, fue el mismo que en octubre del año pasado puso de cabeza a la izquierda contra la derecha nacional, en donde los dos grupos con soberbia se creían dueños absolutos de la verdad, y estuvimos a minutos de quebrar la patria.

Pero. Cuidado con las falsas afirmaciones. Este virus no ha sido un castigo de Dios como dicen los que por todo le echan la culpa a la fe y a la creencia, y así con esta chiva suben el valor de los sacramentos y los diezmos. Que quede claro que Dios no castiga de esta forma, pero si pone sus pruebas, parecidas a esta, por entremedio a sus pueblos como en este caso, que lo ha hecho para regular nuestro singular complejo de superioridad y aterrizarnos a nuestra verdadera realidad terrenal.

Después de todo lo dicho, y observando con preocupación como un microorganismo comúnmente llamado virus, ha puesto de rodilla todas nuestras grandezas y soberbias, con humildad reconozcamos ante el más grande, que en estos últimos tiempos nosotros y el mundo terrenal; reiteradamente, hemos extraviado el camino de la verdad, la unión, y la bondad, y que ahora que estamos realmente asustados frente al nefasto virus que nos aqueja, prometemos ante Dios, el país y la familia, que aprovecharemos profundamente esta lección de humildad y unión que se nos ha dado, y que por eso también nos comprometeremos desde hoy, en ser una verdadera nación de hermanos y una verdadera y buena República Democrática en donde convivan amigablemente todos los chilenos.. Ojalá con una nueva forma de hacer política.

Y por último, como últimas letras de esta crónica, y de todo corazón agradezco, a todos los buenos samaritanos que nos están ayudando en este difícil momento de salud, principalmente al Gobierno; Presidente y sus Ministros, que en general lo están haciendo muy bien dentro de lo que se puede, A los alcaldes y personal municipal de las comunas de la provincia, a todos los integrantes del sistema nacional de salud; médicos, enfermeras, paramédicos, auxiliares etc., a los siempre nobles Carabineros, que tanto los hemos maltratado en estos últimos meses, a los PDI y las Fuerzas Armadas, y en general a todos ustedes habitantes de la zona, los que después de esta pandemia; si la pasamos, nos esforzaremos al máximo, en ayudar a reconstruir; con la ayuda de Dios, un país unido y de verdaderos hermanos.

Comenta en Facebook

Comentarios

Quizá te interese

Mis Historias, libro del andino Patricio Bonelli Canabes

Impreso en los Talleres de Gráfica LOM, Miguel