Dr. Diego De Nordenflycht C.
Cirujano dentista, Especialista en Trastornos
Temporomandibulares y Dolor Orofacial
Universidad Andrés Bello
En estos difíciles momentos en que nuestra situación sanitaria está afectada por el COVID-19, el aislamiento social, sugerido como estrategia preventiva comunitaria, ha significado alteraciones del comportamiento, estilo de vida y autocuidados, motivados además por incertidumbre y preocupación.
Una de las preocupaciones que con frecuencia exponen los pacientes es la percepción del aumento del Bruxismo. Si bien, a la fecha, no existen datos comunitarios ni clínicos que muestren un aumento del bruxismo provocado por la crisis sanitaria actual, existe evidencia científica que nos permite explicar el fenómeno. Bruxismo es una actividad repetitiva de los músculos mandibulares caracterizada por apriete y rechinamiento dental, y movimientos mandibulares, teniendo dos posibles manifestaciones circadianas distintas: en vigilia (despierto) y en sueño (dormido).
El bruxismo en vigilia es un mal hábito consecuencia de alteraciones del comportamiento o trastornos psicológicos/psiquiátricos. En cambio, el bruxismo de sueño es un comportamiento del sueño cuya génesis es compleja. La ciencia ha mostrado asociaciones con trastornos del sueño, uso o abuso de sustancias (fármacos, cafeína, nicotina, alcohol) y reflujo gastroesofágico. Habitualmente, la real trascendencia del bruxismo en estructuras orofaciales confunde a nuestros pacientes que suelen reconocer como «bruxismo» a síntomas que en realidad corresponden a Trastornos Temporomandibulares: dolor mandibular, dolor de cabeza, dolor dental, trabamientos y ruidos mandibulares.
Los signos y síntomas que se sospechaba eran “propios” del bruxismo, a la luz de la evidencia actual, tienen asociaciones indirectas y a veces inexistentes. El bruxismo de sueño tiene una relación imprecisa con estrés y ansiedad. Si bien, no hay duda que hoy en día la población mantiene niveles elevados de estrés y ansiedad, la mayor percepción de bruxismo podría deberse a: (1) conductas de sueño alteradas que pueden aumentar los episodios de bruxismo y trastornos del sueño (apnea obstructiva, movimiento periódico de extremidades, insomnio por mala higiene de sueño) los cuales potencian fenómenos neuronales de amplificación del dolor musculoesqueletal; (2) los problemas psicosociales (estrés, depresión, ansiedad, personalidad catastrófica) aumentan la percepción del dolor, y a su vez, tienen un rol importante en la génesis de trastornos del sueño, lo que construye la compleja relación estrés-sueño-dolor. Por tanto, lo que presuntivamente padece la población que percibe “aumento del bruxismo” en momentos de pandemia, corresponde, mayoritariamente, a síntomas de trastornos de la articulación temporomandibular, musculatura masticatoria, y cefaleas (tipo tensional, migrañas), lo que exige evaluación de especialistas y manejo interdisciplinario.
En consecuencia, mis recomendaciones generales son resguardar el autocuidado e higiene de sueño, cuidar la salud mental y consultar oportunamente.