Por: Daniel Zamorano Vargas
Ex Gobernador de Los Andes
Este próximo octubre Chile entrará por primera vez en su historia en un proceso constituyente que puede asegurar la participación de toda la ciudadanía en la construcción de una nueva constitución que norme su convivencia social. Esta oportunidad única es gracias a un pueblo que se movilizó, y moviliza, de forma incansable, clara y valiente para cambiar su destino marcado por décadas de abusos, privilegios y supremacía de los intereses de la élite por sobre el bienestar de todos los habitantes del país.
Este desafío constitucional impone varias tareas, siendo la primera y principal llamar a la participación masiva en el plebiscito para votar por el apruebo y marcando Convención Constitucional. Todo lo anterior se debe realizar manteniendo en todo momento las medidas de protección sanitarias ligadas a la pandemia del coronavirus, buscando así realizar una campaña y proceso de votación seguro que no de lugar a dudas de su calidad.
Otros cuestiones relevantes para lograr una contundente victoria del apruebo y que aseguren una convención constitucional mayoritariamente representada por los sectores progresistas y democráticos del país es no olvidar nunca que este proceso constituyente nació de la movilización popular y que son sus demandas centrales, como una mejor educación, salud y pensiones y el fin de la desigualad y los abusos lo que debe estar en el centro de la campaña, dejando en claro que sin un nuevo marco legal que consagre una sociedad de derechos, y no solo de mercado, será imposible realizar estos cambios.
También es necesario particularizar que este proceso es relevante para lograr conseguir las demandas históricas del Valle de Aconcagua, pues una nueva constitución es una oportunidad para la nueva región, los impuestos regionales, la defensa de nuestros glaciares y de terminar con la sequía haciendo que el agua sea un derecho humano público.
Finalmente, no se debe olvidar que esta oportunidad de cambio tiene detractores, adversarios firmes que no dudan en, incluso, usar la fuerza y la violencia para detener el avance del interés mayoritario por sobre sus privilegios buscando impedir el plebiscito o relativizando sus resultados. La ciudadanía debe estar atenta a estos intentos contrarrestándolos con todos los medios democráticos y manteniendo la movilización social en pro de defender el proceso constituyente que se ganó con tanto esfuerzo y a costa de la lamentable muerte y violaciones a los derechos humanos de cientos de compatriotas.
La tarea es enorme por lo que no hay que bajar los brazos hasta que gane el apruebo, debemos convencer y convocar, sin caer en provocaciones y sin validar el enfrentamiento entre compatriotas. Debemos dejar en claro que no se partirá de cero, la nueva carta magna tendrá como base el garantizar los Derechos Humanos a toda la población. También se debe aclarar que nadie quiere el caos, todo lo bueno seguirá y lo malo se arreglará creando una constitución que nos una. Aprobemos un nuevo Chile sin odios, privilegios ni discriminaciones, aprobemos este 25 de octubre una nueva constitución a través de una Convención Constitucional para que Chile sea una dulce patria para todos, todas y todes.