Por Franco Contreras
Mucho han engalanado las iniciativas Airbnb y Uber como el tipo de negocios del futuro, pero desde mi perspectiva pasaran de moda como el “axe bahía”.
Si bien estas plataformas tecnológicas son un aporte a la gestión, disminuyendo tiempos de espera, entregando trazabilidad, mejorando los precios y permitiendo la calificación de los servicios, en términos de responsabilidad, laborales y de seguridad no cumplen las condiciones para un emprendimiento solido y sostenible en el tiempo.
Este tipo de negocios rompen la estructura de factores productivos (RRHH, Capital, Materia prima), lo que permite visualizar un horizonte de vida limitado para estas empresas como las conocemos hoy, lo que implica que tienen el desafío de transformarse o morir. Los autos no son propiedad de Uber, ni las casas de Airbnb y su programa “xchange leasing” viene en retirada debido a su insostenibilidad, por otro lado el arriendo de automóviles parece tan improvisado como el peinado de ultima hora cuando ya vas tarde al matrimonio de tu amigo. Por otro lado la precarización laboral se hace sentir en conductores sin contrato, previsión, seguro de cesantía, etc, cayendo conductores y dueños de casa en la idea de emprendimiento, lo cual dista mucho de serlo.
La seguridad no es una fortaleza que caracterice a estas empresas, en el caso de Uber te pueden cambiar el automóvil y/o conductor, en este contexto se pueden dar algunas situaciones como que el cliente no detecta la irregularidad o la detecta, pero por la necesidad de llegar pronto a su destino decide usarlo de todas formas. También podemos observar automóviles en mal estado, conductores con problemas psicológicos etc. En cualquiera de los casos la exposición del cliente es brutal y si algún creativo tiene la idea de usar este modelo para el transporte de carga por carretera, piénselo dos veces, pues seguro encontrara grandes problemas, ya que no podrá asegurar el cumplimiento de estándares, así como tampoco la seguridad de la carga y la determinación de responsabilidades se convertirá en un territorio complejo, donde reinará la ambigüedad.
Si bien estas dos nuevas formas de hacer empresa tienen una expresión social sensible, dado que permite a muchos complementar los ingresos familiares y/o abordar la cesantía, no cumplen con la rigurosidad necesaria para crear valor y cuidar responsablemente de sus clientes. Lo anterior se traduce en una utilización de la necesidad de trabajadores y clientes en forma parasitaria, pues los trabajadores usan sus activos para generar valor a una compañía que solo les ofrece una apps y los clientes son los encargados de fiscalizar, lo cual refleja un modelo de negocios débil y abusivo, sin mencionar las conexiones con paraísos fiscales en el caso de Uber.