Por Dr. Denis Panozo V.
Esta enfermedad es un trastorno del sistema neurológico de tipo progresivo, resultado de la degeneración de las neuronas que son responsables de trasmitir información para la coordinación correcta de los múltiples movimientos, estas se llaman neuronas dopaminérgicas. Recibir el diagnóstico implica la mayoría de las veces terminar un período de largo de incertidumbre, acompañado de temores y pensamientos negativos frente a los signos y síntomas que están padeciendo, su comienzo es gradual por lo cual es difícil precisar con exactitud su comienzo, es así que cuando se logra hacer el diagnóstico, la enfermedad ya lleva más de 10 ó 15 años de evolución, es decir, el diagnóstico es difícil al comienzo puede engañar al médico general, que lo lleva a pensar en otras patologías más vanales. Pero la enfermedad avanza y el malestar subjetivo de quien lo padece también aumenta, a medida que observa que las limitaciones en su capacidad para realizar actividades de la vida diaria se van sumando.
Los signos más característicos de la enfermedad son: la rigidez, el temblor de reposo, la lentitud de los movimientos y los trastornos en los reflejos posturales. Pero hay que tener en cuenta que sus manifestaciones son muy variables de una a otra persona. Algunas pueden presentar mínima lentitud y fuerte temblor, otros mucha rigidez y casi nada de temblor.
Esta enfermedad afecta la calidad de vida, va a depender las molestias al tipo de labor o trabajo que realicen. Por ejemplo para una señora que trabaje de modista el temblor va alterar su capacidad o rendimiento laboral. El enlentecimiento de los movimientos de tipo voluntarios puede implicar un riesgo extra para estos enfermos cuando intenten cruzar una calle, porque el tiempo de reacción como el de ejecución se hayan retardados. Otros de los problemas es que la alteración de los reflejos posturales facilita la pérdida de equilibrio, por lo cual las caídas son más frecuentes. También ocurre el fenomeno de congelamiento, que es un brusco bloqueo de la marcha y la persona no puede alzar los pies del suelo.
Es frecuente ver en ellos caer en la depresión por todas las limitaciones que comienzan aparecer y alterar su vida diaria y a veces se sienten discriminados. Es importante en primer lugar respetar la personalidad, autonomía y dignidad de quien lo padece. Es básico considerar su voluntad y decisiones personales sobre la forma de vivir con esta enfermedad. Es importante que el enfermo tenga a su alcance asistencia especializada y los conocimientos necesarios para poder decidir. Además los familiares o cuidadores deben facilitar el proceso de comprensión y adaptación a las nuevas situaciones que plantea esta enfermedad.
De esta manera con el paso del tiempo quien padece esta enfermedad podrá ir conociendo cómo se manifiesta la enfermedad, y aprenderá a manejarse y se preparará para los probables cambios, sin aislarse o caer en la desesperanza.
El tratamiento actual para esta enfermedad, consiste principalmente en reponer la falta de dopamina a nivel del sistema nervioso central, utilizando medicamento como la levodopa. Pero ante todo y frente a la sospecha hay que acudir al neurólogo.