Por: Karen Medina E., Seremi del Trabajo y Previsión Social
La migración hacia Chile no es un fenómeno reciente. Con la llegada de los colonizadores españoles ingresaron al país miles de personas. Alemanes y austriacos -invitados por los gobiernos- llegan a poblar territorios inhóspitos del sur. Otros debieron asentarse debido a la guerra del Pacifico que anexó regiones peruanas, incluyendo la población negra, indígena y mestiza que pueblan el extremo norte de este territorio. A partir de los años noventa se ha incrementado el desplazamiento hacia Chile situando al país en uno de los principales destinos de la migración en el concierto sudamericano. Desde esa fecha hasta hoy, los flujos estarían marcados por motivaciones laborales, y en muchos otros casos forzada por contextos de origen donde son golpeados por la violencia social y estructural que viven sus países. Las personas migrantes buscan en Chile cierta estabilidad política y económica que en los suyos no estarían encontrando.
Chile es el tercer país de América con mayor porcentaje de población nacida en el extranjero. A su vez la población migrante en Chile corresponde al 6,6% del total de la población nacional, destacando el aumento de latinoamericanos, especialmente colombianos, dominicanos, ecuatorianos, peruanos y bolivianos. La migración ya tiene su historia, y que en diversos períodos, por necesidades del Estado, o por razones de origen, se ha transformado en un factor de impulso económico y enriquecimiento cultural. También de aporte como humano en diversas áreas económicas – servicio doméstico, comercio, gastronomía, turismo, agricultura, construcción – como asimismo en la salud e incluso en docencia universitaria.
En toda empresa mayor a 25 personas, la ley establece que el 85% del personal debe ser chileno, y se autoriza un 15% para la contrata extranjera. A su vez, la norma legal en Chile no hace diferencia alguna entre trabajadores chilenos y extranjeros. Son contrarios a estos principios los actos de exclusión o discriminación en el mundo del trabajo. Gozan del derecho a trabajo decente y formal, contrato, descuentos legales, jornada laboral, descuentos legales y remuneración. El contrato además de ser un derecho es un requisito y garantía para obtener el permiso de residencia. No respetar lo indicado es una infracción grave para un país que avanza en materia de respeto a los derechos laborales para todos. Como señalara la Pdta. Michelle Bachelet “nuestra identidad y nuestro desarrollo han estado y seguirán estando, estrechamente vinculados a la apertura al mundo, por lo que hoy más que nunca tenemos que tomar la oportunidad de transformar los flujos migratorios”. El llamado es a construir entonces una política migratoria fraterna y solidaria.