Prevenir la delincuencia desde la autovaloración ciudadana

Prevenir la delincuencia desde la autovaloración ciudadana

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Por: Concejal Octavio Arellano.

Para algunos la prevención de la delincuencia se agota sólo en la represión, la vigilancia de móviles, operativos policiales y otros métodos policíacos. Otros creemos que hay que focalizarse atacar los factores sociales que facilitan la delincuencia, como el estado de abandono que sufren los barrios, la exclusión social, la falta de empleo, la desmotivación, el consumismo desenfrenado que induce la publicidad, el desarraigo, la falta de expectativas futuras, factores frente a los cuales es necesario intervenir con métodos adecuados a cada realidad, labor en la que el municipio moderno juega un gran rol, por su cercanía con la comunidad.

Ello es lo que llamamos la intervención psicosocial, que tiene como principales destinatarios los jóvenes y niños de nuestros barrios y poblaciones -pero no excluyente de otros grupos-, induciendo en ellos conductas positivas de superación, autoestima y sentido de pertenencia. La intervención psicosocial que proponemos se expresa en cinco líneas de acción: a) convivencia barrial: fomentando la asociatividad, valorando y potenciando el desarrollo a las organizaciones sociales b) deporte y vida al aire libre: a través del incentivo de la práctica del deporte, la mantención de los espacios públicos, la sana competencia, la habilitación de espacios deportivos y el uso del espacio público, c) el fomento a la creatividad y el arte: promoviendo el desarrollo de habilidades artísticas, las manualidades, la música a través de agrupaciones, murgas o conjuntos, el arte incorporado al espacio público, la enseñanza y fomento de las artesanías; d) la escuela y el barrio: los colegios públicos -y también los privados- debe irradiar su entorno, abrirse a la comunidad, generar espacios de reflexión ciudadana, apoyar al estudiante en su entorno y a la comunidad a identificarse con la escuela, y e) la participación integrada, integrada, estos involucrar a toda la comunidad, independiente de sus edad, superando las dificultades de relación que se producen entre adultos mayores, jóvenes, dirigentes vecinales, que a veces aparecen como mundos irreconciliables, avanzando a una mayor integración en el barrio a través de consejos comunitarios de participación, inclusivos de toda la comunidad, que integren a adultos, niños, jóvenes. Con ello se busca la interacción, el respeto mutuo, la autovaloración, la tolerancia y el compromiso vecinal de códigos de ética y convivencia acordados democráticamente.

La pregunta del millón, ¿cómo lo podemos hacer?

Creemos que para generar un ambiente positivo y favorable a la intervención psicosocial, es necesaria crear un clima de confianza vecinal, el convencimiento de que ello es para mejor y que somos parte de una comunidad que acoge las propuestas que surjan de la participación y las implementa con el apoyo de todos los que intervienen

Para ello necesitamos contar con recursos humanos capacitados, como monitores deportivos, artistas, músicos, contratados por el municipio, de acuerdo a un plan consensuado en cada barrio con los vecinos.

La infraestructura debe estar disponible, como los colegios, después de terminada la jornada escolar, las sedes comunitarias,los recintos deportivos en buenas condiciones, tales como buena iluminación, techumbre, cierres exteriores.

El municipio debe designar coordinadores barriales o delegados que apoyen el trabajo y faciliten medios logísticos y el apoyo del gobierno local en su implementación.

Los servicios policiales deben integrase en un rol de apoyo técnico, asesoría, con presencia colaborativa con el barrio.

Creando espacios de expresión permanentes eventos, ferias, encuentros barriales, celebraciones de aniversarios y acontecimientos locales, entregando reconocimientos por los logros a los participantes.

Una acción planificada, medible, permite avanzar

Sin embargo, no menos importante que lo anterior, es el trabajo planificado a un plazo no mayor a un año, el seguimiento de los avances – para afectuar las correcciones que sean necesarias- y la medición de los logros.A ello se debe sumar una buena comunicación barrial del proyecto y sus logros, incentivando siempre la retroalimentación con nuevas ideas.

El fracaso de muchos de estos programas implementados a través del Gobierno es la estandarización, el sesgo excluyente del grupo beneficiario y la falta de continuidad, debido a la carencia de recursos y la falta de compromiso municipal en darle proyección en el tiempo.

De esta forma creemos que avanzaremos a una sociedad local que se construye desde el barrio y que crea condiciones que desincentiven las conductas disociadoras, conflictivas o excluyentes, que son gérmen de la delincuencia, creando en los jóvenes y niños capacidad críticas y reflexivas de auto cuidado ante flajelos como la droga, la violencia y la delincuencia.

Experiencia científica.

Según los expertos, la intervención psicosocial al inicio de la escolaridad, priorizando las edades de 4 a 9 años, se basa en que la infancia requiere de un entorno potenciador y nutritivo desde el punto de vista afectivo y psicosocial ya que en esta etapa se consolidan habilidades, destrezas y conocimientos esenciales para el desarrollo posterior. En esta etapa escolar los problemas de salud mental de los niños surgen de un grado de “malestar psicológico» y de la presencia de conductas desadaptativas que el niño presenta en sus contextos naturales, como el hogar y la escuela. Según los estudios de High/Scope Perry Preschool Program, «la evidencia ha demostrado que intervenciones tempranas y continuas en el tiempo en poblaciones vulnerables (antes de los 6 – 8 años) mejoran el desarrollo biológico, afectivo y social de los niños, lo que produce en ellos una mejor salud, mejores habilidades y mayor bienestar social, observable en toda la vida futura».

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