Es llamativo que en el siglo pasado se publicaran en la prensa andina numerosos avisos de profesionales “en tránsito por la ciudad” que ofrecían sus servicios. Tal es el caso de Juan B. Labarca, dentista, quien publicaba en el diario El Pensamiento del 15 de mayo de 1895: “De tránsito en esta he resuelto abrir una oficina en este pueblo, para el ejercicio de mi profesión, la dentística. Consultas de 1 a 2 P.M.” También, Luis A. Donoso, médico cirujano, publica por esa fecha: “transitoriamente en esta ciudad ofrece al público sus servicios profesionales. Dedícome especialmente a enfermedades de niños. Consultas: de 9 a 11 A.M. y de 1 a 3 P.M.” (El Pensamiento, 2 de junio de 1895). Lo restringido de la jornada laboral de estos profesionales permite suponer que la razón de su estadía en esta ciudad cordillerana era la de restablecerse de “la tisis” o “peste blanca” que afectaba a todos por igual.
Otro aviso de la prensa local de la época, que no deja espacio a las suposiciones, rezaba así: «Próximamente llegará a esta el reputado dentista de Santiago, don Rafael Avalos para ofrecer su servicios a esta respetable sociedad. El señor Avalos viene a restablecer su salud i permanecerá en esta dos meses, en los cuales dará a conocer los últimos adelantos obtenidos en Europa, Estados Unidos, Brasil, Perú i Chile. Recibe ordenes en esta imprenta. (El Pensamiento, 16 de febrero de 1896).