Por: José Ramón Toro P., Profesor
Para homenajear al emperador romano Octavio, se cambió el nombre del mes sexto (sextilis), por otro para darle el calificativo de venerable y sagrado: “Augustus”, Pasó algo similar con el emperador Julio César, poniendo al quinto mes (quintilis) el nombre de Julio para honrar su memoria.
En este mes de Augustus hay cuatro asuntos “Venerables y sagrados” que han estado en la noticia.
La sensibilidad y percepción ante el sentido de Justicia frente a la impunidad que, volvió a surgir, con la libertad condicional otorgada por la Excma. Corte Suprema a los condenados y rematados por violación a los derechos humanos y delitos de lesa humanidad, en segundo lugar; la credibilidad en la jerarquía de la Iglesia Católica, en tercer lugar; el valor de la Vida (está en discusión el Aborto libre y la Eutanasia)y , en cuarto lugar; la seguridad de la información de carácter reservado amenazada por los ciberdelincuentes.
De las cuatro temas me referiré al segundo que, como cristiano católico, me parece imperioso y, para ello me permito citar un breve texto del Mercurio de Santiago fechado a miércoles 1° de agosto; de una declaración del sacerdote Enrique Opaso Valdivieso que se presenta en el cuerpo C página 7: (…)” En Chile somos casi 2500 sacerdotes y hacemos una labor gigantesca. Algunos son santos en su ministerio, nosotros tenemos que poner la cara todos los días. A nosotros nos preguntan, nos cuestionan, nos dicen “pedófilos” en la calle. Somos víctimas y nunca ha habido ni una palabra de los obispos de Chile a los sacerdotes de Chile que lo estamos pasando súper mal”(…) Y, esto habla de lo mal prospectado que está el episcopado en estos momentos, me duele mucho. Tanto así que, pareciera no están interpretando los signos de los tiempos, por ejemplo; al confirmar que el cardenal Ezzati sería quien presida El Tedeum en septiembre en la catedral de Santiago.
Por eso, amigo Augustus, usted que tiene relación con lo “venerable y sagrado”, ¡Deje tranquilo a todas las personas de la tercera edad!…., le pido “entre sus típicas nubes, soles y chubascos”, deje un espacio al cielo para que, desde allí, los venerables y consagrados reciban algo de Luz del Cielo en bien de la Iglesia chilena y de toda nuestra sociedad pues, mal que mal, la Iglesia Católica, con sus luces y sombras, ha regalado a nuestra historia, hombres de fe, de intachable conducta que han sabido vivir el Evangelio de Jesús, han expuesto su vida por los más desprotegidos, han defendido la vida y dignidad de la persona, hombres que han encarnado el Evangelio en su vida como, por ejemplo, San Alberto Hurtado, el cardenal don Raúl Silva Henríquez en difíciles tiempos de nuestra historia. A nosotros nos ha regalado a Santa Teresa que, con su silencio y oración nos sigue interpelando.
Así, como alza su voz el padre Opaso (a quien conozco de años), alzo la mía e invito a los cristianos católicos que, brindemos nuestro apoyo a los párrocos de la ciudad andina y de sus comunas, sin renunciar en decirles, según el consejo de Jesús, en qué asuntos no lo están haciendo bien (corrección fraterna) que es nuestro deber hacerlo.
Nuestro amigo Agosto, nos trae ese desafío. La Iglesia necesita de valientes, atrevidos, personas con voz firme para anunciar y denunciar.
La fidelidad nada cuesta cuando todo está o anda bien.
La fidelidad es fidelidad, al estar y permanecer cuando las cosas andan mal por causa del delito de unos pocos. Delito además de pecado. ¡Delito!
¿Vienes?
Que sea feliz