Por @rodrigosolo
En la radio acompañábamos a Trasandino donde fuera: San Antonio, Illapel, Lo Barnechea. No recuerdo a ciencia cierta si estábamos en cuarta, tercera o segunda división (por ahí hemos deambulado varias décadas).
Los locutores del programa deportivo le poníamos empeño, transmitíamos por teléfono fijo, pidiendo una línea en una casa del barrio y de ahí nuestro técnico introducía el largo telefónico a la consola.
Pedro era el experto; Enrique, la voz comercial; y este servidor relataba en formato lúdico las jugadas.
Wencho hacía comentarios de borde de cancha. Siempre aportaba datos estadísticos fruto de su experiencia en el club, y a veces nos salía con imprevistos relatos. Le salían chascarros con una inocencia de película. Como no olvidar este momento:
«Rodrigo y amigos del panel, les comento lo que esta sucediendo en el campo de juego: un perro amarillo
se ha acercado al córner para levantar su pata y plantarle su marca territorial. ¡Meó el palo del corner, señores!”
Los que estábamos en la caseta nos miramos, parecía algo surreal, y nos lanzamos a reír. Creo que fueron dos minutos sin descripción de jugada alguna, de esos momentos de contagio de risas, si hubiésemos tenido tecnología le abríamos puesto replay al audio, quizás con un reggetón old school de fondo. Los celulares eran como una maleta del tamaño de una batería, sin mensajería de texto ni redes sociales. Creo que era como 1991, salíamos de la dictadura, pero la situación, el relato de que un perrito cachupín aguaba la cancha con ese raspar posterior de césped como limpiando su charco hubiese dado para un video viral. Me imagino la caras de nuestros auditores tomándose un tecito con la transistor al lado mientras nosotros nos entreteníamos con ésas trivialidades.
Otra época, otro siglo en que los domingos transmitíamos Golazo Andino en duplex en las radios Trasandina y Cordillera con Enrique, Pedro y Wencho.
Lo más literario de todo: pensábamos que nuestro club iba a ser campeón ese año y …que ese perro era del equipo rival.