Por: Jaime Lepe
Una memorable historia deportiva del Liceo Max Salas Marchan, digna de ser contada.
Charlar con un antiguo amigo alegra. Más aún, si de por medio hay los que hacen la conversación más amena, especialmente cuando se trata de recordar hechos que trascienden en el tiempo. Así, compartir ideas con un excompañero de colegio, aunque sea unos minutos, porque la atención a su negocio no le permite alargarse en el tema cualquiera que esta sea, de todas maneras, su trato cordial y amistoso me hace sentir que somos parte de Los Andes y nos sirve, desde luego, para mejorar nuestro estado de ánimo.
Por lo demás, no siendo frecuentes los encuentros con este apreciado amigo, hace poco lo volví a tener enfrente de mí, para hacer algunos buenos recuerdos, a nuestra avanzada edad, de aquella lejana época de estudiente, al evocar un evento excepcional en la vida deportiva del Liceo Max Salas.
Siendo él todavía un activo deportista, se refiere, en especial, cual fiel testigo y con conocimiento de causa, a un memorable hecho histórico, vivido por el seleccionado de básquetbol del liceo nombrado, hace ya varias décadas, para ser más preciso el año 1948.
Pues a raíz de la participación en que jugó un gran papel en una olimpíada estudiantil celebrada en la ciudad de Valparaíso, al tener que definir el título contra la selección de Viña del Mar, en la rama de baloncesto, tuvo la final un resultado inaudito, bochornoso del cual hace mención mi interlocutor, quien no es otro que el destacado dueño de la prestigiosa tienda que lleva su nombre, Alberto Najum.
Al revés de la confrontación entre Chile y Bolivia, el encuentro entre ambos equipos mencionados se frustró, y por tanto, no se realizó en la forma programada. Ello, debido a que Viña del Mar, tenía un jugador mal inscrito, no cumpliendo los requisitos del caso considerado, por supuesto, antirreglamentario.
De inmediato, el rector del liceo andino, Oscar Granadino, que con ojo avizor se dio cuenta de la falta, muy molesto, la hizo presente a las autoridades pertinentes; pero sin ser oído, dada la reclamación que estimaba justa y recibiendo por el contrario una negativa rotunda, adoptó la determinación drástica con la energía que lo caracterizaba, de retirar el equipo de visita del campo de juego, en el acto, ordenando el regreso inmediato a Los Andes.
Cuál no sería la desazón y el desconsuelo que se apoderó del quipo liceano, formado por educandos de ese entonces, Rivera, Andías, Badani, Hernández y Araneda, el profesor de Educación Física, señor Sepúlveda, a cargo de la dirección técnica, junto a la numerosa delegación de alumnos que los acompañaban en esos instantes y no habiendo ya nada que hacer.
Por otra parte, el público no conforme con la firme decisión del colegio que rehusaba jugar por la razón expuesta, despidió con airadas señales de protesta a los nuestros. Suspendido el partido por una acción considerada indecorosa de los dirigentes locales, el Liceo Max Salas, perdió por tal motivo la preciosa opción de coronarse campeón.
La historia, a través del tiempo vuelve a repetirse, pero a otro nivel. Si Chile no va al mudnial, es proque el espíritu del juego limpio sigue imperando en las instituciones deportivas, a l estilo del maestro, ya desaparecido, y que fuera honra del magisterio andino, Oscar Granadino.
Hasta aquí el relato del buen amigo Najum, por el que reviví un hecho singular, netamente deportivo, digno de recordar, y que él, muy bien documentado, guarda con emoción en su privilegiada memoria.