Llegó a Chile en 1888 a los diez años de edad de la mano de sus padres Manuel Pardo y Celestina Capellán. Había nacido en Libardón Asturias, España, el año 1879, localidad donde realizó sus estudios.
El arribó de la Familia Pardo Capellán se produjo en el norte, en Antofagasta, donde permanecieron un año. Después se vinieron a Valparaíso y finalmente a Los Andes. Aquí Valentín trabajó primero como empleado y después en sociedad, hasta que en 1904 se estableció por su cuenta.
Se puede afirmar -sin lugar a equívocos- que se trata de todo un personaje en Los Andes, un hombre tenaz, perseverante y especialmente muy sensible al dolor humano, que a pesar de sus múltiples quehaceres comerciales se dio tiempo para servir a su prójimo. Numerosas fueron las instituciones en las cuales prestó servicios y a través de ellas extendió su valiosa labor social.
La población Centenario, inaugurada el 18 de septiembre de 1910, llevó al comienzo su nombre en reconocimiento a su decisión de vender los terrenos para la construcción de viviendas, trazado que se hizo siguiendo el mismo sistema del damero central de Los Andes, una característica de los pueblos españoles, con su plaza e iglesia en el centro. Un club deportivo del lugar también llevó su nombre.
La prosperidad alcanzada merced a sus negocios le hizo comprender las múltiples necesidades de su prójimo, y en una actitud muy reconocida por la sociedad local, Valentín Pardo Capellán invirtió de sus propios recursos en servir a sus semejantes, y no por otra cosa en 1940 recibió la Medalla al Mérito por sus abnegados servicios.
Su éxito en los negocios le significó conseguir una fortuna que a los 68 años le permitió dedicarse a vivir de sus rentas luego de varias décadas de esfuerzo, donde por cierto su quehacer no estuvo exento de dificultades, pero su formación le permitió sortear con éxito los escollos que encontró en el camino.
Su Tienda La Sombra fue uno de los establecimientos comerciales de mayor tradición en Los Andes. Estaba ubicada en Esmeralda esquina Papudo, donde se ofrecía de todo para el hogar y el vestir tanto masculino como femenino.
Numerosas fueron las instituciones que lo contaron en sus filas, entre ellas el Cuerpo de Bomberos, Asociación de Fútbol, Club de Tiro al Blanco Chacabuco Nº 20 de Los Andes, Sociedad de Amigos del Asilo de Huérfanos y el Centro Español, ocupando diversos cargos que le permitieron granjearse la estimación de la ciudadanía andina.