Samuel Fernández Illanes Facultad de Derecho, Universidad Central
Permítaseme no comentar esta vez asuntos internacionales, para rendir un expresivo homenaje a la gran poetisa y escritora Sara Vial, fallecida recientemente, si bien sus méritos literarios han sido destacados por voces mucho más autorizadas, y con toda razón. En mi caso, quisiera resaltar su apoyo afectuoso a una iniciativa personal. Gracias a su amistad y la de su marido Jorge, con Pablo Neruda, cuando se festejaron en el exterior los cien años del nacimiento del poeta, el 2004, tuve la oportunidad de relacionarme con Sara, que se interesó por mi colaboración en la Misión Chilena en París, durante el año y ocho meses (1971-1972), que fue Embajador. Le referí algunos episodios y anécdotas de esos tiempos en que obtuvo el Premio Nobel, y los publicó en un par de sus habituales crónicas en diarios de su amado Valparaíso.
Pero no quedó ahí su respaldo, pues me alentó a redactar algo más extenso, en un pequeño libro que, el mismo año, publicó RIL Editores, patrocinado por la Asociación de Funcionarios Diplomáticos de Carrera del Ministerio de Relaciones Exteriores (ADICA), que se tituló “Testimonios sobre Pablo Neruda, durante su Embajada en Francia”. Tuvo la bondad de redactar su prólogo, y facilitarme fotografías inéditas pertenecientes a su colección, que se incluyeron. Con su maestría habitual, recordó algunas de sus propias vivencias con un Neruda compinche y personal, alejado del escritor mundialmente reconocido, en coincidencia con mis recuerdos funcionarios, redactados treinta años después, mientras ejercía como Embajador en Egipto. Sara escribió varias veces sobre su amigo Neruda, y también sobre Valparaíso, la ciudad más querida por ambos, en libros magníficos donde rememora lugares y situaciones desconocidas, muchas veces curiosas y que sabía como pocos.
Las coincidencias hicieron el resto. Con justicia la I. Municipalidad de Valparaíso la nombró Hija Ilustre el 2007 por haberse consagrado como una de sus más valiosas representantes culturales y literarias. Tres años antes me habían honrado con igual distinción por participar, junto a otros muchos, en la inscripción de la Ciudad Puerto, en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO (2003). Pude inaugurar un medallón con el rostro de Neruda en la moderna Biblioteca de Alejandría, que recuerda aquella histórica, justo el día del cumpleaños del centenario nerudiano.
Sólo las personas superiores tienen la calidad y desprendimiento demostrado por Sara Vial, a quien dedico este breve pero profundo homenaje a su recuerdo.