Por: Evelyn Valladares Montserrat, estudiante de Sociología, Universidad Católica Silva Henríquez.
Las redes sociales ocupan el tiempo de ocio de millones de personas en el mundo. Se trata de un sistema que permite informar, opinar, compartir, sociabilizar, comunicar – entre otras cosas – mucha información diariamente, en todas sus formas: Twitter, Facebook, Instagram, Snapchat, etc. Todas estas plataformas permiten a las personas la libertad de generar espacios en donde todas las acciones que nombré anteriormente se desarrollen con plena satisfacción para quien las realiza.
Pero estamos en una época oscura de las redes sociales, que yo llamaría “Maquiavelismo en Red”, en donde cada uno de los espacios se ha transformado en momentos de denigración, desprecio, odio y de bullying cibernético. Un tema ampliamente investigado, pero no bien digerido para quienes utilizan las redes con libre albedrío.
Muchas veces la información que se comparte no tiene filtro intelectual, es decir, no posee base argumentativa detrás ni tampoco fuentes confiables que ayuden a discernir en la lectura. Ciertas personas opinan cruelmente sobre lo que ven y leen, utilizando como excusa su libertad de expresión, concepto muy burdamente entendido en estas sociedades actuales, donde el desmerecimiento del prójimo es el escalón de orgullo de nuestro ‘alter ego’, que en este análisis viene siendo ‘el otro yo que demuestro ser en redes sociales’. Nos ocultamos detrás de una pantalla para opinar con odio, ‘matamos en vida’ a todas las personas cuando emiten un comentario, porque ahora la guerra cibernética se basa en quién tiene la razón de una manera cruel y despiadada. Es lo mismo que Maquiavelo argumenta en su libro “El Príncipe”; matar a todo aquel que no esté conforme con la monarquía absoluta de la edad media. De igual forma sucede hoy en día. Gana en la red quien más palabras despectivas y déspotas utilice en su comentario, sin siquiera cerciorarse de la credibilidad de su argumento. Nadie es capaz de generar opiniones con argumentos contundentes, evitando los discursos que inciten al menosprecio del otro.
Yo me atrevo a opinar y decir que la sociedad avanza en desmedro de sí misma. Si reproducimos los sistemas desde la mirada de nuestro ‘alter ego cibernético’ solo conseguiremos crear redes despiadadas que nos alejarán unos con otros más que unirnos en socialización.
Todo lo que crea el hombre, termina por destruirlo a sí mismo. ¿Cuándo aprenderemos a ser parte de nuestras sociedades buscando el bien común y formando comunidad en vez de individualidad?