Por: José Navarrete, académico Contador Auditor UNAB
Se ha levantado nuevamente el debate en torno a las AFP. Según datos de la organización No + AFP, más de dos millones de personas participaron, a nivel nacional, en la última marcha organizada en contra del actual sistema de pensiones. Por un lado, voces señalan que el Gobierno actual debe realizar cambios profundos al sistema en este último año; sin embargo, también se dice que no es factible hacer una reforma tan profunda y compleja en los meses que quedan, por lo que la posta sería pasada a la siguiente administración.
Hay un hecho cierto: el sistema requiere de cambios. En ese sentido, sectores ligados al Gobierno estiman retomar las propuestas realizadas el año pasado, vale decir, aumentar la cotización a un 15%, siendo ese 5% adicional, de cargo mixto, una parte de cargo del trabajador y otra parte de cargo del empleador. Este 5% se espera destinar una parte al fondo individual, una suerte de fondo de compensación y una tercera, a mejorar las pensiones de las mujeres, las que por definición están más desprotegidas. Desde la otra vereda, la Coordinadora No + AFP señala un sistema de reparto, con una cotización de un 18%, pagada en partes iguales por el trabajador y el empleador.
En ambos casos, la coincidencia está en el hecho de aumentar la tasa de cotización actual de un 10%, la que a nivel internacional es muy baja considerando las actuales expectativas de vida en nuestro país. Hay que considerar que las AFP no ofrecen un sistema de previsión, sino que su función ha sido operar como entidades de ahorro previsional y de actores del mercado de valores, siendo el Estado quién provee actualmente, en forma integral, un sistema previsional -cuestionable tal vez- pero es la realidad que vivimos actualmente.
En ese contexto, la reforma es mucho más profunda que eliminar las AFP o aumentar la tasa de cotización. Hay problemas estructurales en nuestro mercado laboral, como el escaso desarrollo de capital humano, puesto que a pesar de la gran cantidad de universidades e instituciones de educación existentes, aún la cobertura en educación es baja. Esto implica que las remuneraciones promedio en nuestro país actualmente son muy bajas, 500 mil presos en promedio, por lo que sería una falacia pensar en sueldos más altos con esos ingresos promedios. También se debe considerar la cantidad no menor de personas que no cotiza, ya sea porque es independiente o están en un mercado informal del trabajo. Finalmente, existen muchas personas que no cotizan durante toda su vida laboral, las llamadas lagunas, que en suma impactan negativamente la futura pensión.
En mi opinión, la reforma es mucho más profunda y terminar con las AFP, como las entendemos hoy, no será una solución. El aumento de cotización, ya sea de cargo del trabajador o empleador, en la medida que vaya al fondo individual, ayudará, pero los efectos reales, solo serán percibidos en 20 ó 30 años más y las personas en la mitad de su vida laboral, no verán incrementadas sus pensiones sustancialmente por esa vía. La decisión, sea cual fuese, tendrá repercusiones a muy largo plazo, por lo que no creo aconsejable sea tomada a la ligera o sea usada como bandera electoral. En el fondo, se decidirá el Chile del 2040 y serán nuestros hijos o nietos serán quienes nos agradecerán o culparán.