Región de Aconcagua :” Pros y Contras”

Región de Aconcagua :” Pros y Contras”

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Por Jaime Lepe Reyes

“Más que sueños, necesitamos realidades”, es una gran verdad, como alguien dijo, que no debemos dejar de lado, opinión que viene al dedillo, a raíz de la ácida crítica de que ha sido objeto en algunos círculos el Alcalde de Los Andes, Manuel Rivera, en relación con su punto de vista personal, en cuanto a si es necesario o no la creación de la Región de Aconcagua.

Particularmente, el autor de este artículo, opina estar de acuerdo en algunos puntos, no en todos, por cierto, y los cuales paso a referirme más adelante. Pero antes, es conveniente señalar los siguientes hitos, antepuestos al tema que hoy nos ocupa.

Hace poco más de 10 años, el país tenía 13 regiones. Pues bien, en 2007, con las creaciones de Arica y Parinacota y Los Ríos se llegó a 15 y desde el año pasado, con Ñuble, subieron a 16.

Pero que ha sucedido entre tanto, al mismo tiempo que estas Provincias se convertían en regiones, el camino auspiciado por Ñuble ha inspirado a otras zonas territoriales a seguir sus pasos. Aconcagua, por ejemplo, busca separarse de Valparaíso, a pedido de sus partidarios, especialmente los políticos de la zona, con el fin de Obtener el mejor desarrollo, y sin perder de vista su interés primordial, cual es, para estos últimos, tomar sus propias determinaciones.

Sin embargo, no debiéramos olvidar que además de necesitar Valparaíso, como capital y puerto principal, el aporte del valle de Aconcagua, a su sustentabilidad, constituye, por lo mismo, una pesada carga para satisfacer las múltiples necesidades de las diversas provincias, bajo su dependencia, en circunstancias que los caudales públicos recibidos del gobierno, no son lo suficiente, ni para el puerto mismo, menos para el resto de la región, que incluye, por si fuera poco, a la lejana Isla Rapa Nui.

No obstante, algunos sectores en movimiento y diversas autoridades, especialmente parlamentarios, representantes de la Región Cordillera, insisten en la creación de la de Aconcagua, la que podría estar conformada, además de las provincias de San Felipe, Los Andes y Petorca, por las ciudades de La Calera y Quillota, las cuales pertenecen a la región de Valparaíso y comparten la ribera del Rio Aconcagua.

Por otra parte, sabido es que los criterios empleados para la creación de nuevos territorios son distintos y difieren en su aplicación, salvo el proceso que determina la institución de nuevas comunas, pero no para regiones.

Así, para Arica y Parinacota y Ñuble se consideraron criterios de acuerdo a la realidad socioeconómica y territorial. En el caso de Aconcagua, el asunto va más lejos, pues el gobierno necesita hacer previamente una evaluación técnica más completa, tomando en cuenta el crecimiento demográfico y cantidad de kilómetros rurales y urbanos, entre otros.

Como se ve, no será fácil a quien corresponda, llevar a cabo el procedimiento más certero para evaluar técnicamente, tanto en lo territorial como financiero, conducente a crear la región de Aconcagua, con sus respectivas provincias y comunas, y para lo cual deberá desarrollar varias etapas de estudio que permitan cumplir con las condiciones mínimas, técnicas financieras, que hagan posible la trasformación de Aconcagua en región.

Además, este exhaustivo estudio que se puede alargar quién sabe por cuánto tiempo, incluye aspectos tan importantes como la fijación de sus límites y extensión de su superficie y, lo que es peor, puede resultar contraproducente para la buena vecindad de la región, por cuanto, inherente a todo este asunto, surge de inmediato la interrogante que se está prestando para reavivar antiguas y odiosas rivalidades entre comunas vecinas.

La pregunta es en qué provincia recaerá la elección de ser la capital de la que dependerán las principales reparticiones y vida política, administrativa, de la futura región.

Desde ya, ha surgido la pugna entre las ciudades principales por convertirse en la capital las cuales más que nunca necesitan marchar unidas por un mismo fin. Sobre este punto, no me pronuncio pues tanto una como otra tienen sus propios merececimientos. Por lo tanto estimo que es aconsejable esperar el análisis técnico del gobierno que deberá determinar sin apasionamiento, lo que es más justo y cabal.

Finalmente, la última palabra en todo este proceso la tendrá el Presidente de la Republica, en su decisión si accede o no a constituir la región de Aconcagua.

Pero en lo que respecta a la versión personal del alcalde, Manuel Rivera, tiene mucha razón, en cuanto se ajusta a una real situación. Su idea en contrario de que esta división administrativa podría mejorar la calidad de vida, concuerda con la del gobierno.

Renuente a esta propuesta última, el Ministerio correspondiente opina que el país debiera avanzar en sentido más integral, de conformidad a lo que el país es; unitario y no, deshaciendo regiones que a nada bueno conduce, sino por el contrario, manteniendo macrozonas que permitan abordar problemas y necesidades comunes, amén de aprovechar en la mejor forma posible aquellos recursos que estén a nuestro alcance, como la más acertada estrategia para disfrutar la calidad de vida que nuestro digno pueblo se merece, mediante leyes y programas públicos más convenientes.

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