Por: Hno. Ángel Gutiérrez Gonzalo
El comienzo del Año Escolar 2019 es una buena ocasión para tomarse la vida con responsabilidad. Esta es tarea y compromiso para todos los implicados en el ambiente escolar: profesores, alumnos y padres.
Para los educadores el nuevo curso debe convertirse en una maravillosa y arriesgada aventura, acompañando a sus alumnos en su proceso de maduración personal. Hay que terminar con el profesor convertido en puro, a veces duro, instructor. La educación tiene que ser integral. El educador debe ofrecer cauces de participación, opinión y responsabilidad a sus alumnos.
A los alumnos les corresponde tomar conciencia de que el estudio no es un castigo que los padres y la sociedad imponen a los niños y jóvenes, sino que es algo necesario y fundamental en su formación como personas.
Los alumnos no son elementos pasivos de la educación, sino que ellos deben tener voz y voto en la construcción de su aprendizaje y en su formación intelectual, humana y cristiana.
Las familias tienen que asumir su papel de “primeros educadores” y colaborar con el colegio, “segundo educador” para hacer una educación complementaria y unificada. Responsabilidad en el ámbito escolar, es sinónimo de compromiso, porque la responsabilidad nace y está motivada por el deseo de realizar un proyecto en el que el colegio y la familia, son un punto clave para conocer la realidad del mundo actual, para transformarlo y hacerlo más humano y más cristiano.
Desde este punto de vista el estudio cobra todo el sentido: “no estudio por estudiar, no hago clases porque me pagan, no llevo a mis hijos al colegio para ocupar el tiempo. Soy consciente que con el estudio, mi formación, mi forma de hacer clase, de relacionarme con mis alumnos y mis preocupaciones por los hijos, todos, incluida la sociedad, mañana seamos mejores”.
Con afecto, deseo a todos los de nuestro Instituto Chacabuco, de la ciudad de Los Andes y de la Quinta Región, un año escolar muy fecundo y exitoso.
Asuman con amor y generosidad el Ministerio de la Educación. Recuerden lo que decía San Marcelino Champagnat, Fundador de los Hermanos Maristas:
“Para educar a los niños hay que amarles”.