Por: Walter Valencia Arteaga – Decano Facultad de Salud Universidad de Aconcagua
Nuestro país va rápidamente camino a la longevidad, avanzando con pasos acelerados para vivir más. Pero, ¿estamos atendiendo las necesidades requeridas para vivir más años? ¿Nuestra salud pública considera indicadores y factores para la vida contemporánea?
La población parece no comprender aún que no solo es importante vivir más, sino también tomar conciencia acerca de cómo estamos construyendo nuestras vidas para llegar de mejor forma a vivir más. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), ocho de cada diez personas vivirán más de 60 años y cuatro de cada diez vivirán más de 80 años, pero de ellos una cuarta parte lo hará con una salud deteriorada. Chile en las últimas décadas se ha ido posicionando como el único país en América del Sur en llegar a los 80 años en su expectativa de vida. Solo 29 países a nivel global se encuentran en esa condición, liderados por Japón, seguido por Suiza y Singapur con una esperanza de vida de 83 años. En el caso de nuestro país, si bien la vida se ha extendido, se presentan periodos más largos de enfermedad, discapacidad y dependencias en el cuidado de otros. Parece ser que estamos avanzando velozmente en vivir más tiempo, pero, al parecer, no estamos abordando algunas variables que debemos tomar en cuenta.
En el año 1910 la esperanza de vida en Chile era de 30 años y actualmente es de 80 años, es decir, pronto triplicaremos la cifra inicial. Un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), del año 2016, posiciona a Chile en los últimos lugares de ese conglomerado en calidad de vida (puesto 33 de 35 países), siendo uno de los aspectos más cuestionados la cantidad de material particulado que respira la población, alcanzando los 46,2 microgramos por metro cúbico, siendo el promedio de 20,1 microgramos por metro cúbico. De igual manera, algunos índices de vivienda, remuneración y educación aparecen con un nivel bajo. En consecuencias, también debemos preocuparnos acerca de cómo estamos construyendo la forma en que vivimos para que los años que estamos viviendo demás sean con mejor calidad de vida y con una salud compatible y sana.
¿La salud de la personas ya viene determinado por el código genético o se construye en las distintas etapas de la vida?
La probabilidad de fallecer al quinto año de nacido disminuyó de un 36 a menos del 2 por ciento. En salud, la capacidad genética representa el 30 por ciento y el 70 por ciento restante depende de distintos factores positivos y negativos que surgen durante la trayectoria de la vida. La salud pública es fundamental para fortalecer las expectativas de vida de las persona, pero también es prioridad que los indicadores sanitarios sean lo suficientemente eficientes en la trayectoria de la vida de las personas. Las inmunizaciones, una adecuada nutrición, la actividad física y un estilo de vida saludable son elementos fundamentales en la promoción de la salud. Desde el inicio de la vida es fundamental considerar el desarrollo como parte importante en la salud de las personas. Si bien el ambiente no cambia el ADN de las personas, sí provoca cambios químicos que afectan el desarrollo y desempeño neurocognitivo y motor de los niños, y son transmitidos de una generación a otra.
A lo anterior se superponen las distintas trayectorias que siguen los niños que afectan su capacidad cognitiva, comportamiento y funcionamiento social. Se requiere tener un abordaje amplio sobre la evolución física, emocional, cognitiva y social de niñas y niños. A nivel de la adolescencia es clave la modelación de las conductas, estilos y hábitos. Fisiológicamente, aquí se produce lo que se llama la “Poda Sináptica”, proceso en el cual se produce la eliminación de sinapsis débiles y el fortalecimiento de aquellas que son más eficaces para el cerebro.
De ahí que los factores ambientales y estímulos externos sea muy importantes en esta etapa de la vida. El Ministerio de Salud viene trabajando desde 1999 en el Consejo VIDA CHILE, instancia de carácter intersectorial que reúne mayoritariamente a instituciones públicas, desde donde se ha planteado la promoción como una de las respuestas centrales a las necesidades de la población. El VIDA CHILE ha permitido relevar la importancia de la promoción a nivel nacional, regional y comunal. En el 98 por ciento de las comunas del país se desarrollan planes de promoción de salud con acciones en distintos grupos de población, a través del trabajo en escuelas, lugares de trabajo y acciones en las comunas.
Actualmente, uno de los elementos a considerar como factor desencadenante de enfermedades cardiovasculares y crónicas es la obesidad, una de las causas que afecta la prolongación de la vida. Los estilos de vida de sedentarios y la inactividad aumentan las tasas de morbilidad, discapacidad y mortalidad. El estudio “Carga mundial de la enfermedad 2017”, realizado por el Instituto de la Métrica y Evaluación de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington, señala que en un país latinoamericano la obesidad pasó del sexto al segundo lugar como factor de padecimientos de cardiopatías isquémicas, enfermedad renal y diabetes. Asimismo, el informe nutricional FAO/OPS indica que las mujeres chilenas lideran el índice de obesidad en Sudamérica.
Por su parte, el Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe 2017, publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), reveló que el 30 por ciento de la población adulta en Chile sufre de obesidad, una de las tasas más altas de la región. El estudio internacional detalla que los niveles de obesidad en mujeres chilenas mayores de 18 años alcanzan el 32,8 por ciento, el mayor en Sudamérica. Para el caso de los hombres chilenos, las cifras de obesidad ascienden a un 24,8 por ciento de la población, siendo superado solo por Argentina que presenta una tasa de obesidad del 26,7 por ciento. En cuanto a los niveles de sobrepeso y obesidad en adultos mayores 18 años, el 64,7 por ciento de los hombres chilenos vive con sobrepeso y en el caso de las mujeres esta condición alcanza el 63,1 por ciento. En esta línea, Chile está también dentro de los países con mayores tasas de sobrepeso infantil (menores de cinco años) de la región con un 9,3%, superando el promedio de América Latina y el Caribe que es de 7 por ciento. “El sobrepeso y la obesidad representan un desequilibrio entre la ingesta de alimentos y el gasto energético, con una acumulación de grasa corporal que representa un riesgo para la salud”, expresó Eve Crowley, representante de la FAO en Chile.
En consecuencia, la salud pública deberá ir cambiando desde un patrón tradicional con indicadores ya conocidos que consideraban un tipo de paciente determinado, orientándose más a un paciente contemporáneo con una alta expectativa de vida y con presencia de enfermedades crónicas y nuevas necesidades en materia de salud. Asimismo, se deberá fortalecer la cobertura, mejorar la calidad de la salud y considerar elementos de análisis que vayan cambiando de un enfoque basado en la enfermedad a uno enfocado en el bienestar.