El 31 de julio de 1791 el Gobernador del Reino de Chile, don Ambrosio O’Higgins firma en Santiago el decreto de fundación de la Villa Santa Rosa de Los Andes en el lugar conocido como «Las Piedras Paradas», pues era una zona fértil que cumplía con las condiciones para establecer un poblado que diera reabastecimiento y hospedaje a los viajeros que cruzaban la Cordillera de los Andes. Le dio el nombre de Santa Rosa en honor a Santa Rosa de Lima, primera santa americana, y de Santa Rosa de Viterbo, patrona del convento franciscano de Curimón. (WP)
LA PATRONA DE LOS ANDES
Las vidas excepcionales no se escapan hoy de los titulares. Sus rostros navegan en internet y son atrapados por los cibernautas o por un transeúnte que la descubre en las portadas. Algo parecido le ocurrió a Santa Rosa de Lima en su tiempo. A pesar de que era una joven nacida en 1586 en una típica familia limeña su impronta traspasó las fronteras. A su funeral en 1617 asistieron multitudes, desde el máximo gobernante y eclesiástico, hasta las gentes más sencillas. Vivió solo 31 años, pero ya todos sabían de sus virtudes, y de que tenía comunicación en vivo y en directo con quien concede los favores eternos y de paso la paz que encanta la vida.
Tanto en Los Andes como en Pelequén y en otras lugares es tradición que cada 30 de agosto se ofician misas y actos en su conmemoración, donde se pone de relieve la figura y se dan a conocer los episodios modulares en la vida de Santa Rosa de Lima, patrona de nuestra ciudad. Ya antes de ser canonizada en 1671 es proclamaa patrona del Perú, las Américas y las Filipinas. Cada uno de los files de fieles comprueba su fama de milagrosa y que ese día es venerada.