Por: Carlos Guajardo, académico Facultad de Educación, U.Central
Pese a que nuestro país ha generado importantes avances en materia de opinión sexual, sigue persistiendo una escasa formación en nuestros estudiantes chilenos. Como profesores, hemos sido testigos con el paso del tiempo, cómo algunos conceptos se han ido incorporando y permiten hablar de ellos de manera fluída: ‘homosexualidad’, ‘transexualidad’, ‘preservativo’, ‘relación sexual’, por nombrar algunos. Sin embargo, aún continúan manifestándose conductas de riesgo, muchas de ellas, obedecen a la escasa preparación que poseen en términos de educación sexual.
Es por ello que las escuelas deben generar el espacio para entablar estos temas, no solo en asignaturas relativas a las ciencias (biología, por ejemplo). Es un asunto que debe ser abordado de manera transversal por la comunidad educativa en su totalidad: sostenedores, equipo directivo, docentes, asistentes de la educación, apoderados; con la simple finalidad de brindar el apoyo necesario a los estudiantes. No podemos ignorar que la realidad actual de nuestros estudiantes, requiere con urgencia acciones efectivas de aprendizaje para la vida, las cuales incluyen hablar y educar en cuanto a sexualidad se refiere, abarcando a todos los sectores que componen un establecimiento educacional.
¿Cómo lo hacemos desde la escuela?; el área de convivencia escolar de los colegios debe contar con un profesional encargado de organizar las actividades (en conjunto con la comunidad escolar) a través de expertos externos; talleres con apoderados y estudiantes; ferias dedicadas al ámbito de la prevención sexual, etc.
Algo que hemos olvidado, contamos con el apoyo de redes externas al establecimiento: consultorios, CESFAM, carabineros, entre otras instituciones públicas que permiten generar alianzas con la escuela para la prevención. Podemos también recurrir a las Universidades, las cuales pueden prestar el apoyo por medio de académicos expertos en educación sexual.
Para justamente prevenir el contagio de enfermedades como el VIH u otras de transmisión sexual, se requiere de una estrategia de educación en sexualidad anticipada, y la cual se inicia desde un apoyo integral con la escuela y la familia, ambas, instituciones que si llevan a cabo un trabajo mancomunado podrán producir un efecto relevante en la responsabilidad y cuidado adecuado al momento de entablar una relación sexual entre dos personas.
En definitiva, la educación del siglo XXI, ya no puede seguir concibiendo que aspectos de educación sexual no les pertenece del todo, sino que, debe involucrarse directamente y ser capaz de desarrollar planes integrales donde se consideren a todos los actores que rodean al estudiante, principalmente sus padres y apoderados. Éstos últimos no tienen por qué saber cómo “hablar de sexualidad con sus hijos”. Sin embargo, si reciben el apoyo de expertos en el tema podremos ir generando lazos donde el fin último sea la educación y prevención sexual de los alumnos/as en Chile.