Por: El Peregrino
Hoy la comunidad cristiana celebra la solemnidad de la Asunción de la Virgen. Una fiesta que llena de alegría y esperanza a los bautizados.
El acontecimiento pascual ocurre en María de forma singular: su muerte e inmediata resurrección y glorificación. En una sociedad como la nuestra donde los signos de vida se ven opacados por su contrario, la muerte, hay que resaltar lo que encierra este misterio de la fe. No hay que pasar de puntillas sobre él y tampoco vaciarlo de contenido dejándonos arrastrar por una devoción insana.
La muerte de María, como la de Jesús, fue una realidad, lo extraordinario es su manifestación como misterio de Vida. Jesús resucitado abre el camino y quien se identificó con él en vida, le sigue en la muerte y resurrección.
Produce una profunda alegría en el discípulo de Jesús entender que el camino del Maestro es nuestro camino y que si en María se da la excepcionalidad, por privilegio, todos nosotros estamos llamados a participar de este acontecimiento que cambió el rumbo de la humanidad. Hoy miramos a María descubriendo a Jesucristo a través de ella. Su ser iluminado por el gozo de la Pascua.
La visitación da paso a un desahogo espiritual de María por lo que ha vivido en Nazaret ¡había sido demasiado!. El Magníficat es un canto sobre Dios y a Dios. No sería adecuado ahora desentrañar la originalidad literaria del mismo, ni lo que pudiera ser un “problema” de copistas que ha llevado a algunos intérpretes a opinar que, en realidad, es un canto de Isabel, tomado del de Ana, la madre de Samuel (1Sam2,1-10) casi por los mismos beneficios de un hijo que llena la esterilidad materna.
En realidad existen indicios de que podía ser así, pero la mayoría piensa que Lucas se lo atribuye a María a causa de la bendición como respuesta a las palabras de Isabel. Así quedará para siempre, sin que ello signifique que es un canto propio de María en aquel momento y para esa ocasión que hoy se nos relata.
Tomando está Solemnidad de La Virgen María, Asunta al Cielo, deberíamos asumir en nuestra Iglesia un rol más activo. No como muchos lo están haciendo, con la excusa de justicia hay un velado ataque a la Iglesia en sí. Por eso nuestra gran defensa debe ser: acudir a Misa todos los domingos, tomar como compromiso rezar el rosario diariamente y hacer una visita al Santísimo para Dar Gloria a Dios. Miren que el Demonio tiene muchas formas de manifestarse y hoy se regocija y salta de gozo con cada ataque que se hace a nuestra Iglesia. Hay que estar alerta porque el demonio como león rugiente busca a quien devorar. La única arma eficaz contra él es nuestra oración.
Hay que tomarse en serio nuestro ser creyentes y ser conscientes de nuestro rol por amor al Señor Jesucristo en su Iglesia, que es Santa y Pecadora, por eso Jesús murió en la Cruz para redimir nuestros pecados. Los desafío a iniciar esta Campaña de Oración diaria por la Iglesia, sus ministros y todo el Pueblo de Dios. No podemos quedarnos de brazos cruzados, hay que ponerse en marcha de la mano de la Virgen María que nos llevará por el camino hacia el encuentro con Jesús. No todo es negro o blanco, aprendamos a tener mirada de eternidad que trasciende lo meramente terrenal para fijar nuestros ojos en Jesús.