Por: José Ramón Toro Poblete, profesor Liceo Max Salas.
Extraño título elegí. Me explico. He tratado de leer los acontecimientos de nuestra historia, de un modo humilde, y me he encontrado y sentido abrumado por la cantidad de información y vertiginosidad de los cambios. Para ello quisiera pensar en la etapa que me atrevo llamar Post-modernidad.
Claro que debiera mencionar a Nietzsche (Modernidad) en su premura por presentar e inducir a la muerte de Dios partiendo por los megarrelatos del cristianismo, hasta la muerte de todo lo que lo pudiese recordar, incluso borrar toda huella suya en la cultura. También debo mencionar sus detractores (me incluyo) que expresaban que la muerte de Dios anuncia la muerte del hombre donde, además, la nada sería el gran desafío de la humanidad y de la historia, sabiendo de antemano que, todo lo por lograr sería una utopía. El absurdo en plenitud: luchar por algo que es nada. (Para ser más justo habría que considerar el contexto histórico)
Esto, de una u otra manera legitimó, por ejemplo la teoría calvinista de la predestinación y la ética puritana, empresarial y productiva, vinculando al Dios cristiano con la cultura moderna: ¡Si tienes éxito en los negocios, es porque eres bendecido por Dios!, se decía y, caso contrario…..
Es en este sentido que, el Postmodernismo libera a Dios de esa relación propiciada por la ética o doctrina calvinista. Lo libera de eso y, además ayuda a dejar en claro que Dios no es patrimonio de una cultura, de un tiempo determinado de la historia o lugar geográfico sino que lo trasciende.
Si aterrizo esta pequeña reflexión y lectura, me encuentro con algo escalofriante: hoy se reconoce y se postula al Éxito como elemento de juicio, construyendo un ser humano agotado, debilitado, ausente del pensar y construir una sociedad justa. En el fondo, sin ser pesimista, estamos siendo testigos de la construcción de un hombre egoísta, robot, sin conciencia, sin historia ni pasión. Es lo que postulaba y proponía Nietzsche; un hombre con una inteligencia sin historia. (Recuerden que querían quitar horas de Historia en nuestra educación)
No pasa eso hoy?. Algunas personas no piensan más allá de lo que proponen los medios de comunicación (Se comenta lo que se vio y escuchó sin buscar las causas ni estimar las consecuencias) Se aprecia una incapacidad de distinguir la realidad de la ficción y, perdonen; poco a poco veo cómo va muriendo el hombre… por ejemplo; contrata como un viaje turístico, lleno de emociones el ir y ver cómo muere a pedazos la gran reserva de agua dulce de la humanidad. Y, llega a concluir ¡Que bellos son los deshielos! Y, la tragedia se vende como un gran paquete turístico.
Me imagino la lucha por tantos Derechos, como un síntoma de una muerte. ¡Claro! Pareciera la sociedad estaba matando a los ancianos, a los niños, a las mujeres y madres, a los discapacitados, a los que piensan distinto,, a los inmigrantes e incluso a los ciudadanos hambrientos de tener y tener que ahora son llamados “Consumidores” Pareciera han muerto al hombre como consecuencia de la muerte de Dios de su memoria, en la cultura, en el pensamiento. Ya no es raro escuchar “No creo en Dios” pero antes fue (aquí viene mi dolor) “no creo en la Iglesia” confundiendo Fe con religión.
Al respecto, soy testigo y confieso que el seguir a Jesús, no liquida al hombre, no le hace olvidar la historia, nos hace responsables de la vida y de la historia, ser constructores responsables de la vida. El Dios de los cristianos, ¡mi Dios!, es encarnado, sufriente y sufrido, reventado y torturado por la injusticia (Padeció bajo el poder de Poncio Pilato), es el traicionado, el rodeado por gente limitada. Nunca quiso ser un “dios exitista” pues quiso construir su Reino con hombres reales débiles y limitados, proponiendo un camino distinto y “Bienaventurado”…. No quiero se mal entienda pero, veo a un Jesús en nuestra Postmodernidad que no quiere legitimar culturas, ideologías e instituciones sino, al hombre, que fue el fin de su venida, mensaje y sacrificio. A ese hombre sobrepasado y abrumado en las comunicaciones, perdido y alienado en las redes sociales incapaz de hablar con quien tiene al frente o a su lado, a ese hombre atrapado por el consumismo que piensa y cree que teniendo más, puede ser más..
Para ser más aterrizado aún. Piense en lo último que compró y que significó un gasto mayor o necesitó de un préstamo en una entidad bancaria. Le pregunto: ¿Quién lo compró?
¡Yo, me dirá usted agregando su nombre y apellido! Pues bien, el producto o bien adquirido acusó una falla o defecto. Y, ¡preste atención! Usted, es y será un número. ¡Su número de carné!, le solicitarán cuando va a presentar su reclamo….y lo convierten en un consumidor más…., le leerán sus Derechos de Consumidor…, usted como persona pareciera, no existe.
Triste historia ¿No le parece?
Que sea feliz