Por: Hno. Ángel Gutiérrez Gonzalo
Un día temprano por la mañana, me levanté para observar la salida del sol.
¡Es asombroso, la belleza de la creación de Dios va mucho más allá de cualquier descripción!
Mientras observaba el paisaje, alababa a Dios por su bella obra, y allí sentado, sentí la presencia del Señor.
Entonces, Él me preguntó: ¿Me amas? Yo contesté: ¡Por supuesto Dios!, Tú eres mi Señor y salvador. Entonces me preguntó: Si estuvieras físicamente incapacitado, ¿aún me amarías? Me quedé sorprendido, bajé la mirada, me quedé unos minutos en silencio. Y contesté: sería difícil, Señor, pero, sí, aún así te amaría.
Entonces el Señor dijo: Si estuvieras ciego, ¿amarías mi creación? ¿Cómo podría amar algo, sin poder verlo? Y entonces pensé en las personas ciegas que aman a Dios y a su creación. Así que contesté: Es difícil, pero sí, aún te amaría.
El Señor entonces me preguntó: Si fueses sordo, ¿oirías mi Palabra? ¿Cómo podría oír algo siendo sordo? Entonces comprendí. Escuchar la Palabra de Dios no es solamente usar nuestros oídos, sino nuestros corazones. Contesté: Sería difícil, pero aún oiría tu Palabra.
El Señor entonces preguntó: Si estuvieses mudo, ¿alabarías mi Nombre? ¡Pero cómo puedo alabar sin voz! Entonces pensé que Dios desea que le cantemos desde nuestro corazón y que de todas maneras, alabar es más que cantar. Entonces contesté: aunque estuviera mudo, alabaré tu nombre.
Y el Señor preguntó: ¿En realidad me amas?
Con valor y profunda convicción, le contesté: ¡Sí Señor! ¡Te amo porque Tú eres el Dios único y verdadero! Pensé que había contestado correctamente, pero Dios preguntó: ¿Entonces por qué pecas? Contesté: ¡Porque soy un ser humano y no soy perfecto!
¿Y por qué cuando las cosas te van bien te apartas tan lejos de mí? ¿Por qué solo en tiempos de angustia oras sinceramente? No hubo respuestas. Solo lágrimas. El Señor continuó ¿por qué solamente cantas en la Iglesia? ¿Por qué me buscas sólo en tiempos de necesidad? ¿Por qué pides cosas tan egoístas? ¿Por qué pides sin tener fe?
Las lágrimas, continuaron rodando sobre mis mejillas. ¿Por qué te avergüenzas de mi? ¿Por qué no compartes las buenas nuevas? ¿Por qué en tiempos difíciles lloras con otros, cuando yo te ofrezco mi hombro para que lo hagas? ¿Por qué pones pretextos cuando te doy la oportunidad de servir en mi nombre? Intenté contestar, pero no hubo respuesta que dar.
Eres bendecido con la vida. No te hice para que desperdiciaras este regalo. Te he bendecido con talentos para servirme, pero continúas dándome la espalda.
No podía contestar. No tuve excusa. ¿Qué podía decir? Cuando mi corazón hubo llorado y las lágrimas habían fluido, dije: ¡Por favor perdóname Señor! ¡Soy indigno de ser tu hijo!
Entonces le pregunté a Dios: ¿CUÁNTO ME AMAS?
El Señor me estrechó en sus brazos, y pude sentir como nunca antes su Amor, su Gracia y su Misericordia. ¡FELICES FIESTAS PATRIAS LES DESEO,DE CORAZÓN, A TODOS Y A SUS FAMILIAS!