En Los Andes, la historia en materia de salud fue un poco mejor que en San Felipe, ya que en 1852 se fundó un dispensario, atendido gratuitamente por el doctor José Ramón Meneses, cuyo financiamiento dependía de las donaciones de los vecinos de la ciudad; esta casa de salud fue la precursora del Hospital San Juan de Dios de Los Andes. Así, en 1853, en su informe trimestral enero-marzo, el doctor Meneses señala que ha atendido a 271 enfermos en la dispensaría, 172 mujeres y 99 hombres. En aquel tiempo, este facultativo ya detectaba la influencia de costumbres arcaicas en el desconocimiento de enfermedades al señalar a la autoridad “la falta de escuelas para instrucción (base necesaria para la educación y la moral) es para mí, señor Gobernador, el peor azote que este pueblo tiene en la producción de las enfermedades. La ninguna instrucción y poco conocimiento de sí son el móvil de las enfermedades que dejo a usted expuesto”. Esto demuestra una gran preocupación por las condiciones de vida de la población a su cargo, preocupación “por la cuestión social” que el cuerpo médico de Chile manifestaba hacia fines del siglo XIX.
A poco andar de su funcionamiento, surgen serias discrepancias entre los administradores del dispensario y el doctor Meneses, situación que llevará al cierre del establecimiento, acelerándose así gestiones para la construcción del Hospital.