Por: Daniel Zamorano Vargas, kinesiólogo, Dip. en Gestión Pública para el Desarrollo Territorial, Dip. en Liderazgo Social, exgobernador de Los Andes.
En política, como en la vida, habla mal de uno cuando imperan los ataques por sobre las ideas. Eso precisamente fue lo que hizo Piñera en la primera cuenta pública de su segundo gobierno, quién, dado el descontrol de la agenda pública por la ola feminista, el nepotismo, los errores -no- forzados y el desorden de su coalición por los temas valóricos, utilizó la antigua técnica del enemigo común para reagrupar ese apoyo que consiguió en las urnas. El problema es que ya no puede seguir manteniendo unido a su base de apoyo solo por ese ardid, la gente espera respuestas, la campaña ya pasó. Además, en una contradicción sorprendente, se arrogó como propios proyectos, inversiones y anuncios entregados por el gobierno anterior, sin mencionarlo en ninguna ocasión. Nobleza obliga.
Por otra parte, es antagónico que el Presidente hable de grandes acuerdos nacionales, de diálogo, cuando su comportamiento, y el de su coalición, durante el gobierno de la Presidenta Bachelet fue de ataque constante y poca colaboración. Se podría pensar que hubo un cambio de posición y ahora si hay apertura al diálogo y la colaboración, pero con la cara del gobierno que han visto los estudiantes movilizados, las feministas y otros, queda claro que ese llamado es solo una herramienta para generar consensos y no responder a las mayorías que exigen avances sociales.
A esto se suma que en dicha cuenta pública no hubo mención a la descentralización, el regionalismo, los impuestos territoriales, los pasos fronterizos, que son temas que podrían beneficiar a nuestra provincia. ¿Dónde está el trabajo de la autoridad provincial en poner estos temas en la agenda de gobierno? Tampoco hay opinión de la autoridad provincial sobre los temas sociales más relevantes de la provincia, como son los temas de género, mineros, de patrimonio, entre otros. Lamentablemente la actual administración solo se ha dedicado a perseguir a los funcionarios públicos que piensan distintos a ellos; mala forma de entender y proponer diálogo.
La síntesis es que fue una cuenta pública ad doc a un gobierno que tiene dudas de abrazar su origen doctrinario de defender al empresariado versus la gobernabilidad de un país que ha cambiado, que no soporta los abusos y condena el lucro. Un gobierno que toma banderas de la centro izquierda, como la gratuidad, pero la convierte en créditos y más deuda. Un gobierno que en temas valóricos sigue siendo defensor de las más ortodoxas creencias, pero no lo puede decir públicamente. Es decir, un gobierno que al darse cuenta de que ya no está en campaña, que llegó la hora de gobernar, no ha podido cuajar un relato y ha caído en el facilismo de culpar o criticar al otro. Veremos cuánto dura esa táctica, la ciudadanía necesita respuestas y no más excusas.