Ser mujer en el austro chileno requiere de gran tenacidad, de vestir los ropajes de la paciencia a la par de tener el coraje de enfrentar, permanentemente, la adversidad de un clima hostil en comunión con un paisaje agreste azotado por grandes vendavales, sin embargo, hombres, niños y mujeres se curten en medio de esta belleza que engrandece el alma, librándolos de uno y mil obstáculos hasta forjar un espíritu emprendedor pletórico de grandes ideas no sólo para unos, sino para todos los que forman esos grupos de bellas y nobles personas. Así de repente una mujer se atreve a servir a los magallánicos, primero en la cámara de diputados, luego en el senado y su sueño no acaba ahí, hoy desea, anhela llegar a la Presidencia.
Carolina Goic es una mujer de verdad: noble, buena, llena de grandes y firmes ideales. No en vano afirma -una y otra vez- que servirá con lealtad hasta el último día al Gobierno de Michelle Bachelet a pesar de las dificultades que la oposición e incluso un número indeterminado de otrora partidarios le dieran vuelta la espalda y se sumen a bandos contrarios. Carolina dueña de gran femeneidad no va a abandonar jamás la búsqueda del bienestar de sus congéneres, menos aún de los niños, porque ella es una muy buena madre y una madre ejemplar es capaz de guiar y luchar firmemente por todos los hijos de la Patria, cualquiera sea su condición.
Llevar nuevamente a una mujer a la Primera Magistratura de nuestro querido país no es una tarea titánica, sólo basta con la voluntad de aquellos que sufraguen conscientes de su deber de ciudadanos buscando lo mejor para nuestra tierra. Alguien ajeno a intereses mezquinos, egoístas, distante de los problemas de sus habitantes no puede llevar las riendas de nuestra República, solo la tornaría triste, dolida, llena del gris ceniciento de la pobreza en todas sus dimensiones. Por eso, llevar a Carolina Goic es nuestra tarea. Chile la necesita.
Por un Chile mejor, Carolina Goic. Así debe rezar la consigna.
María E. Vidal Ascencio, Independendientes por Goic.