Por René E. León Gallardo. (Fragmento de la obra inédita Elementos para una Historia de Los Andes).
Tercera Parte.
“Nos han relatado los señores Martelli y Pirazzoli muchos detalles relacionados con la estadía de los pobres pasajeros estacionados en el Hotel de Inca donde carecen de toda servidumbre y comodidades, y donde no se guarda consideración ni a las señoras, algunas de ellas que, estenuadas por el frío no podían levantarse de las húmedas camas pues no había caloríferos para templar las habitaciones, y los demás pasajeros sostenían que convertirse en sus sirvientes para llevarles alimentos o refrigerios, obedeciendo al deber de caballeros”.
“Seguiremos nuestra narración: El señor Martelli invitó al señor Pirazzoli a salir de aquel frío invierno y se lanzaron hacia las nieves sin más compañía que un sarjento de la policía argentina que tenía que seguir a Cuevas y uno de nuestros pobres rotos que se encontraba allí aislado; Martelli cojió su maleta y la colocó a su espalda en forma de mochila y junto con sus compañeros se lanzaron a la ventura en medio del temporal. Al partir, nos dice Martelli, que el injeniero del ferrocarril argentino un anciano Mr. Stanley les dice que no se arriesgaran a hacer el viaje, y cuando vio la resolución de ellos, a la 1 P.M., les dijo con lágrimas en los ojos: si a las 10 de la noche no han llegado a Cuevas según pregunta que haga a esa hora mandaré gente e iré personalmente a recoger sus cadáveres pues creo van a perecer todos. Por felicidad este pronóstico no se cumplió y los viajeros pudieron llegar a Cuevas, después de las 5, hora arjentina, ya de noche”.
“Nos olvidábamos decir que como el Hotel de Inca dista como tres cuadras de la estación donde se encuentra el telégrafo, y estando nevando, no había quien fuera a poner o recibir telegramas y el señor Martelli como más intrépido cordillerano iba y venía trayendo y llevando telegramas que servían de tranquilidad a los pobres viajeros allí sitiados; igual cosa hizo conduciendo a sus espaldas a varias pobres señoras que debían abandonar los carros del tren para resguardarse en el hotel”.
“Según este párrafo podrán formarse conciencia nuestros lectores de aquella situación”.
“Pasado este paréntesis y arte de seguir el relato de los viajeros pasamos a referir un hecho que afecta mui directamente a las autoridades arjentinas”. (continuará)