Una pareja joven rota

Una pareja joven rota

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Por: Ricardo Gutiérrez Ballarín

Conozco una pareja joven. Deben ser pareja de hecho o casados por lo civil (con una hija) que me caían bien. De esas que saludas con afecto cuando las circunstancias hacían que nos cruzáramos, aunque en mi fuero interno no estaba de acuerdo con su forma de vivir. Vivían en un hermoso chalet con gran parcela y piscina, mascotas de gato y gran perro que a veces campaban a sus anchas, y personal asistente.

Son dueños de pequeñas y medianas empresas que antes de llegar la crisis económica, ampliaron y les permitieron tener su alto nivel de vida, pero a costa de salir de casa de madrugada y volver anochecido. Resistieron la recesión aunque por los síntomas, debió hacerles mella.

Su laborar sin descanso me parecía un tanto absurdo. Al ver su trajín, me preguntaba ¿para qué trabajaban tanto, si su ritmo de vida les impide tener un sosiego que les permita disfrutar más de los valores familiares y de sus bienes? Su hija apenas la veían, absorbidos por sus negocios. Una asistente se hacía cargo de ella en sus hábitos domésticos, y la llevaba y recogía de un colegio privado cercano. En fiestas y vacaciones colaboraban los abuelos, que vivían lejos.

Últimamente tenían comportamientos extraños. Daban la impresión de que no había afinidad entre ellos. Y efectivamente, al final se supo que habían roto “amistosamente”. La prensa del corazón habla de esas rupturas amistosas que saben separarse “siendo amigos”, sin que el antiguo amor se convierta en odio, mientras encuentran otras personas que les llene su vacío afectivo.

Por muy progres y democráticas que sean las rupturas de ese estilo, las valoro menos que aquellas familias que a pesar de sus problemas, permanecen unidas hasta que “la muerte les separa”, dando a sus hijos el ejemplo de la superación de problemas, de su amor y de su unión en una empresa común. El Papa Francisco dijo que la vida matrimonial «es algo bellísimo. Debemos custodiarla siempre, custodiar a los hijos», recordando nuevamente sus «tres palabras mágicas: permiso, gracias, y perdón».

“Permiso para no ser invasivo en la vida del cónyuge. Gracias, agradecer lo que el otro hizo por mí, la belleza del decir gracias. Y la otra, perdón por favor, que a veces es más difícil, pero es necesario decirla”.

A su vez, el Sumo Pontífice añadió que: “Cuando la familia reza, cuando el esposo reza por la esposa y la esposa reza por el esposo, el vínculo se hace fuerte”.

La familia es el fundamento de una sociedad, pero España es uno de los países con mayor tasa de divorcios. Durante 2014 se produjeron 105.893 sentencias de nulidades, separaciones y divorcios, lo que supuso una tasa de 2,3 por cada 1.000 habitantes. Es un 5,4% más que lo que se registró el año anterior. El INE informó que la duración media de los matrimonios durante 2014 fue de 15,8 años, una cifra similar a la de 2013. Estas cifras dicen que el fundamento de nuestra sociedad, funciona mal.

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