Por Dr. Patricio Silva Rojas
Decano de la Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Central
Esta semana, nuevamente, fue noticia en la prensa nacional la crisis en salud debido a la deuda hospitalaria, que las autoridades estiman llegará a fin de año a $300 mil millones, aproximadamente.
Como una forma de controlar la histórica deuda hospitalaria, durante el año el Ministerio de Salud había instruido a dichos recintos mantener una regla de equilibrio financiero de 3%. Sin embargo, la realidad evidenció que sus gastos operacionales han llegado a un 11%, superando dicho límite.
¿Dónde está la causa profunda de esta crisis hospitalaria para la cual no pareciera haber solución? En primer término, no hay que olvidar que el 85% de la deuda es de carácter estructural. Es decir, viene de un arrastre histórico producto del creciente aumento de las prestaciones a la población en los últimos 20 años, las cuales, además, son cada vez más complejas. De ahí que los costos operacionales sean año a año mayores, y el déficit haya ido en aumento. En suma, el costo es siempre mayor al reajuste anual del IPC.
Junto con el aumento de las prestaciones y la demanda por mayor tecnología, uno de los puntos centrales es que los hospitales se financian fundamentalmente a través del pago de sus servicios que realiza FONASA. Y el problema es que FONASA ha fijado los precios de las prestaciones por debajo de sus verdaderos costos. Así, al no poder incorporar FONASA los reales precios de las prestaciones de salud, se ha ido generando una brecha económica en aumento exponencial.
La dicotomía de esta situación es que pese a que se han aumentado las prestaciones, el sistema de salud pública aún no es capaz de cubrir la demanda, con imágenes de urgencias hospitalarias colapsadas año tras año. En este difícil contexto, los directores de hospitales deciden seguir atendiendo a los pacientes, pese a que éstos suelen superar con creces la capacidad de los recintos y con condiciones que muchas veces no son las mejores. No otorgar atención, no es una opción.
Ciertos sectores han insistido que en la mala gestión se encuentra la causa de esta crisis. Con todas las críticas, se ha informado que de los 29 servicios de salud, 11 han mejorado su equilibro financiero con respecto del año pasado. Sin embargo, aunque siempre existen márgenes para mejorar la gestión, no se encuentra allí la solución real para terminar con la deuda hospitalaria.
El tema no es fácil. Sin embargo, una solución real pasa por un aumento estructural del presupuesto en salud. Ya sea que los valores de FONASA se actualicen a los precios reales de mercado o que Hacienda realice nuevos aportes permanentes. Porque terminar con la deuda hospitalaria requiere de una política de largo plazo, que tenga continuidad en el tiempo, e independiente de los gobiernos de turno, y pensada en beneficio de todos los chilenos y chilenas de nuestro país.